PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE Algeciras 2019

El pregón de todos los algecireños

  • José Manuel Sánchez Bautista pone nombres propios, rostros y sentimientos a la pasión de la ciudad por su Semana Santa en el pregón oficial

  • Vivencias y una original interpretación, piezas claves en la obra

Pregón de la Semana Santa de Algeciras 2019

“No soy digno de que entres en mi casa. Desde la humildad, quiero dejar fuera faltas y pecados, necesito que mi alma y las hojas de este pregón estén limpias, antes de pedir la venia”. José Manuel Sánchez Bautista interpretó, haciendo honores al concepto y significado de este verbo, un extenso y profundo Pregón Oficial de la Semana Santa de Algeciras 2019 desde el corazón y con la sinceridad del que abre, cual persiana, la verdad a la luz de los hombres. En un ejercicio de frescura, innovación, altas dosis de comunicación y simpatía, el actual Hermano Mayor de la Hermandad de la Buena Muerte puso voz y palabra al pórtico de la Semana de Pasión en un Teatro Municipal Florida con aforo completo.

Una obra amplia, con partes diferenciadas y encaje para todo tipo de momentos. Un texto prosaico y en el que brilló y destacó como su mayor reflejo, los rostros y nombres de los algecireños que dan vida, sustento y savia al milagro que toma vida en sólo siete días. Recuerdos y menciones para personajes ilustres, apellidos y familias, amigos y compañeros en los que el pregonero situó la piedra angular de su vinculación con el mundo de las cofradías y la propia religión. Entre ellos, menciones espaciales a sus abuelos, por supuesto a la presentadora [prima del pregonero], y al ya fallecido Rvdo. Sebastián Llanes, de una manera muy entrañable.

Sánchez Bautista, tras el sorbo en el jarrillo de lata cual novillero antes de lidiar el toro de su alternativa, tomó impulso y afrontó uno de los restos más comprometidos para el cofrade pero a su vez, una de las recompensas y cotas más altas para todo amante de las cofradías. Con sones de Mi Amargura, de fondo en una melodiosa versión, el pregonero habló del enamoramiento que siente por esta ciudad, “Algeciras, bella dama del Mediterráneo”. Insistió en “tu gente, que es mi gente” y dibujó “el abrazo que se dan la Torre de la Palma y el cielo, cada 15 de agosto, con La Palma de testigo”. Todo un recorrido por callejones que desembocaron en la antesala del gran anuncio, el de “la historia más grande jamás contada”.

El pregonero no dudó en situar en el mapa al punto más al sur del continente como “el Gólgota y Getsemaní” más especiales, así como la certeza, de que igual que dicen los textos: “vosotros sois la luz del mundo”, se mostró convencido de que “Algeciras debe mostrar su luz al mundo”.

Aplaudió el sentirse afortunado y nacer en el seno de una familia enormemente cristiana y cofrade a la que “debo todo”. Pero sin duda, su ejercicio de confesión y su “soy cofrade”, llevaron a uno de los momentos más excelsos de la obra. Sánchez apuntó que el nacimiento y la figura del cofrade que es hoy se lo debe a todas esas personas que le llevaron y enseñaron a vivir el mundo de la Semana Santa desde la fe y como la entiende, actualmente, el pregonero. Del mundo de las trabajaderas, el montaje de pasos, las meriendas y tardes de Cuaresma, familia y amigos. Todo ello con nombres propios y apellidos, algo que emocionó al público al recordar figuras emblemáticas del universo cofrade algecireño y en especial, aquellas que ya faltan.

No escatimó en hablar sobre “la guasa de los cofrades", de la que sobra y entendidos que nunca faltan”para hacer “comparativas, agravios o críticas”. El pregón también atravesó momentos de gran sinceridad y verdad en el que el orador supo mostrarse orgulloso y embelesado de lo que vive cada Miércoles Santo de la mano de su cofradía de la Buena Muerte: “no hay mayor dicha que la de ser cofrade en tu barriada”.

El pregonero conoce bien de cerca el mundo de las trabajaderas y el costal, algo que no pasó por alto en su obra. Momentos para la Virgen de la Alegría y la ilusión de la niñez, su primer paso, en el que comprendió aquello de “aquí todos somos hermanos bajo el paso, sin edad, nombre o rango; y la madre de todos es la que va arriba”. Versó sobre su experiencia en la Cuesta del Rayo con Jesús de la Oración en el Huerto y confesó uno de los grandes descubrimientos de su vida, como fue el de “darse cuenta que para pertenecer a una cuadrilla no hace falta ser de toda la vida”, en referencia al estrechísimo vínculo que une a Sánchez con la cuadrilla de costaleros de la Virgen de las Lágrimas, el Lunes Santo. A los que considera su familia.

Momentos también para la exaltación de lo urbano y de lo poco apreciable para los ojos del no cofrade. Aseguró que “en Algeciras es Semana Santa todo el año”, precisamente, en una de sus esquinas, “en la calle Blas Infante”. “La peluquería de Fran Vadillo, sea invierno, otoño o verano, nos recuerda que la Semana Santa se vive durante todos los meses del calendario. Un lugar en el que siempre se es bienvenido y la charla se convierte en tertulia de alto nivel cofrade”, un espacio privilegiado en la ciudad y en el que, según el pregonero, debería rezar una placa con este mandamiento: “Algeciras huele a Semana Santa todo el año”.

Recuerdos y menciones para esas personas que ponen su tiempo, ilusión, energía y talento, al servicio del mundo de las hermandades. Articulistas, fotógrafos, orfebres, imagineros y todos esos pequeños cofrades que hacen crecer a la ciudad y su cultura, nuevamente, dando nombres y apellidos. También recalcó la pertinentemente necesidad de los cristianos de ponerle rostro y símbolo a la figura de Dios y María, a través de las imágenes y en particular, la adoración a esa “bendita madera”. “Todos formamos parte de la cofradía con más hermanos del mundo: la Iglesia”. Y lanzó una petición final para que “la fe nos permita iluminar con el conocimiento suficiente y curar el cáncer infantil”.

Para cerrar, José Manuel Sánchez realizó un exhaustivo y brillante, en cuanto a vocabulario e interpretación, repaso por todos los días y hermandades de la Semana Santa de Algeciras. Momentos de mucho cariño para la Oración en el Huerto y Borriquita. Sensibilidad y devoción por los titulares del Lunes y Martes Santo; y el anhelo, en forma de sueño, de ver pronto a la Virgen de la Estrella procesionando de la mano del Ecce Homo un Miércoles Santo.

Buena Muerte. Tradiciones, rituales, la Familia Triano-Vélez y mil motivos para emocionarse, dibujaron un Miércoles Santo perfecto, de túnica negra y capa roja para el pregonero. Quién no dudó en reclamar mayor interés desde los estamentos competentes para velar por “una capilla de valor incalculable que hoy está y mañana no sabremos”. Un dardo orientado a la necesidad de rehabilitar la Capilla de San Antón con una importante actuación de restauración. Solemenidad y fe, repartidos en Jueves y Viernes Santo, dieron pie a un sonoro y potente final que culminó con la Resurreción “al tercer día, he dicho”.

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