La Venerable Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Mayor Dolor no quiso dejar pasar de nuevo el Viernes Santo sin ver a sus titulares procesionar por las calles de la Villa debido a la lluvia, como ocurriera el pasado año. Por eso, decidieron aprovechar que los chaparrones de primavera habían dado una tregua al caer la tarde para sacar los pasos, quizá un poco antes de la hora prevista.

Aún con luz, la imagen de Jesús crucificado salió de la parroquia de San Isidro Labrador precedido por decenas de penitentes de rojo y negro. Daba igual el frío, la humedad o los charcos que acompañaron todo el recorrido por el centro del municipio. Decenas de personas decidieron también acompañar al santo en estación de penitencia o para cumplir alguna promesa. La imagen de muchas de ellas, solas entre la multitud, sólo acompañadas por la luz de las velas que portaban, realmente emocionaba.

A las nueve de la noche los dos pasos ya estaban en la calle, realizando un corto recorrido para evitar abusar del permiso que el cielo estaba ofreciendo a los fieles. Las escenas del recorrido más apreciadas por los barreños que se asomaron a ver los desfiles fueron las que entraban las imágenes por las calles más estrechas, como en la esquina de la calle Los Francos hacia la calle Ancha, o el final de la calle Reina para volver a buen ritmo hacia el templo. A cada paso, en cada descanso, no había quien no echara la vista hacia arriba para intentar predecir el nivel de amenaza de lluvia, ya de noche.

Acompañados por la música de la Banda de Los Barrios, la imagen de María Santísima del Mayor Dolor asomó en la Plaza de la Iglesia alrededor de las diez. Esperándola para el tradicional encuentro estaba la imagen del Cristo preparado para su recogida. Fue poco menos de dos horas de recorrido, el tiempo justo para poder celebrar el Viernes Santo sin temer por la seguridad de las tallas.