La Mortaja

La lluvia impide a la Piedad llorar por su Hijo en las vías de Algeciras

  • La junta de gobierno decide no procesionar por la lluvia y abre su sede a todos los fieles

"Debido a las inclemencias del tiempo se suspende nuestra estación de penitencia. Abriremos nuestras puertas después del acto interno para exponer a todo el público nuestras imágenes", así leía un niño, en alza voz, con tono apagado y triste, el mensaje que la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Sagrada Mortaja había colocado en el exterior de su sede. Un texto que golpeaba a los penitentes y fieles, que deseosos de rendir pleitesía a La Piedad, se acercaron hasta el refugio de su Virgen. Pero la lluvia -ese maldito bien- dejaba el viernes a María sin la posibilidad de pasear por su Algeciras, aquella que le aguardaba deseosa y ansiosa en las calles; aquella que, ante el impedimento de observarla mecerse por los recovecos de su ciudad, acudió después a su refugio para admirarla, hermosa y bella.

Porque por allí, por el inmueble de la Sagrada Mortaja, pasaron cientos de jóvenes y mayores el pasado viernes. Todos ellos, resignados ante los rigores del cielo; que este año evitó que la Virgen procesionara junto a su Hijo, yacente. Aunque, eso sí, el tiempo no logró que los ojos de los algecireños no vieran al Señor y a su Madre; y, por supuesto, no evitó que sintieran la angustia de su dolor. "Al final, no saldrán. Pero, en un poquito, abrirán y podremos entrar a verlos", explicaba una madre a su hijo, al que sujetaba en brazos ante el enorme portón verde de la Hermandad.

Y es que la noche se echó encima. E, iluminada sólo por unas pocas velas, La Piedad vio a los fieles acudir a su casa. En un ambiente de luto, como corresponde un Viernes Santo, una melodía triste y melancólica sonaba de fondo. Los penitentes regresaban ya a sus casas. Los hermanos más pequeños entregaban estampas. Y el Señor yacía en brazos de su Madre. Una Piedad que este año no pudo salir a su Algeciras, que no pudo recorrer sus calles y observar los balcones engalanados, que no pudo mirar a las estrellas, y que no pudo respirar el aire y la fe de todo su pueblo.

"Esperaremos a 2013", apuntaba un costalero ante la sede de la Cofradía, antes de rezar a su Virgen. La Hermandad estrenaba este año un juego de quince varas con asta de maderas y remates de orfebrería. Unos bienes que, según se preveía, portarían los niños acólitos. Unos jóvenes que, debido a la inclemencia del tiempo, tendrán que aguantar otros doce meses para mostrar su devoción a toda la ciudad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios