Tocada por la suerte de vivir al albedrío del tiempo meteorológico, la cofradía del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora de Los Dolores volvió a vivir una de esas noches que se conocen como noche de palio.

La candelería de la Virgen de Los Dolores lució gracias a que amainó el viento y al cobijo de las callejuelas del casco tarifeño, ansiosas de contemplar su estación de penitencia después de un año, el 2016, en el que la cofradía no pudo cumplir con su salida procesional. Los 80 costaleros que cargaron a molía con las tallas de Jesús y su madre siguieron el paso marcado por las marchas procesionales de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas de Arcos de la Frontera -que ayer cumplió diez años acompañando a La Salud- y la Asociación Musical Pintor Manuel Reiné, que guió el andar del palio comandado por Manuel Guerrero, cuyo paso salió a la calle adornado con claveles blancos en los laterales y un frontal repleto de rosas palo.

Salida de la Virgen de los Dolores

José Luis Cepillo, hermano mayor de la cofradía, ejerció de capataz del paso del señor, misión que requirió de la dispensa del director espiritual de la cofradía del Martes Santo tarifeño.

En la parroquia de San Mateo, antes de iniciar su estación de penitencia, los hermanos rezaron por Juan Lozano, padre de un costalero de la Virgen que falleció durante este año. Otro homenaje rindió la cuadrilla de costaleros de La Salud que,a golpe de campana completaron la primera levantá de la noche. Una campana que recordó a Mario, el joven campanero también desaparecido en este año.

Cepillo, satisfecho de poder haber cumplido con la salida procesional, se mostró orgulloso del trabajo que ha realizado el grupo joven, al que calificó como pilar fundamental de la cofradía. En ellos, dijo, está el futuro y el buen hacer de la hermandad que acaba de iniciar una nueva etapa.