Semana Santa

El Cautivo de San Isidro no defrauda a los miles de fieles que salen a su paso

  • Miles de promesas caminan, un año más, tras el paso del Cristo del Medinaceli

A pesar del viento y de que no era una tarde cálida, el calor de los fieles se extendía a todo lo ancho de la Plaza de San Isidro, calle Gloria, Alférez García del Valle y aledaños. Un año más, los aplausos retumbaron entre las paredes blancas de las casitas encaladas del barrio de San Isidro. Pasadas las ocho de la tarde, la cruz de guía anunciaba el comienzo de la estación de penitencia.

El "cielo" respondió a las esperanzas puestas por los hermanos cofrades para poder salir, un año más, y recorrer las calles en un cortejo integrado por unos 800 hermanos, con el objetivo de mostrar a la ciudad al Señor de Algeciras, a Jesús Cautivo, una talla del escultor Carlos Bravo Nogales, realizada en madera de cedro.

Fueron miles los algecireños y visitantes que quisieron acompañar a lo largo del complejo recorrido por las calles empinadas de este atractivo barrio a los titulares de esta cofradía, presidida por su hermano mayor, Manuel Delgado Cerro. Atrás quedaban 365 días de trabajo.

Como es tradicional, muchas fueron las personas que no se quisieron perder la primera levantá del Cautivo, coronado con espinas y maniatado. Un trabajo hecho con sabiduría tras el esfuerzo consagrado a la hora de traspasar la puerta de la capilla, de rodillas, con el paso de Misterio, que este año estrenaba faldones. Un paso, realizado en madera de cedro, de estilo barroco, en el que ocho ángeles se reparten las esquinas y los laterales.

Los aplausos se difuminaban mientras el himno nacional era interpretado por la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Algaba, Sevilla. Mientras tanto, alrededor, las miradas se dirigían a la imagen del Cristo colocado sobre una alfombra de flores moradas y rojo burdeos, a juego éstas con su túnica y con la capa de los nazarenos.

Miradas, con devoción e incluso dejando correr alguna lágrima, mientras otros muchos aprovechaban el estar tan cerca de la imagen para captarla a través de sus cámaras. Había personas que, cuando comenzó la procesión, llevaban casi dos horas allí porque querían ver la salida desde un lugar privilegiado. Y en sus caras se reflejaba el relente que traspasaba la ropa.

Tras la orden por parte del capataz de "con la primera a cielo", los costaleros se alzaron y empezaron el "baile" al ritmo de los sones de La Saeta. Habían pasado veinte minutos desde que se abriera la puerta del templo.

La Hermandad del Medinaceli es, sin duda, la que más hermanos y nazarenos aglutina de toda la ciudad. Junto a ellos, también un año más, iban las miles de promesas que en silencio caminan lentamente tras el Cristo, y guardando su paso.

Cinco minutos antes de que dieran las nueve, salía a pulso, poco a poco y midiendo al máximo el milímetro, el paso de Palio que portaba a la Virgen de María Santísima de la Esperanza, imagen también obra de Bravo Nogales. Una dolorosa que es una de las que más pasiones levanta en la ciudad.

"Vámonos de frente" dijo el capataz, poco antes de salir a la calle entre aplausos del público congregado, animado con el himno nacional, a cargo esta vez de la Banda de Música de la localidad sevillana de Arahal.

Una vez realizada la primera levantá de la Virgen, y después de colocarle los pies que estaban desmontados para poder salir a la calle, se oyeron los primeros "viva la Esperanza", mientras se iluminaban los faroles de la plaza y sonaba una saeta. Después de encender los cirios, apagados por el viento, la Virgen y sus costaleros iniciaron el camino hacia el centro de la ciudad para afrontar, después de realizar la estación de penitencia en la parroquia de los Salesianos, y callejear por Ruiz Zorrilla o Teniente Miranda, la carrera oficial.

La Esperanza portaba su manto verde bordado, una de las joyas más preciadas de la cofradía.

Tras los nazarenos, vestidos en este caso con capa verde, la Virgen presidía el camino entre varales que se iban meciendo al ritmo del paso de sus costaleros. Y detrás de ella, la Banda de Música de Arahal.

Ambos pasos, tanto el de Misterio como el de Palio, llevaban sendos lazos negros. Uno en memoria del que fuera en su día director espiritual de esta cofradía, Julián Gómez y otro, para recordar a Gloria, esposa de un antiguo mayordomo de la entidad.

Un año más, miles de personas quisieron acompañar al Señor de Algeciras y a su madre la Virgen de la Esperanza hasta que, ya, de nuevo en el templo, todos pudieron respirar tranquilos: "el trabajo estaba hecho".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios