Biomedicina

Los fármacos epigenéticos, un nuevo paradigma en el abordaje del cáncer

  • La manera en que los organismos vivos expresan unos genes y silencian otros es esencial para entender la susceptibilidad a desarrollar determinadas enfermedades 

El investigador Manel Esteller es una referencia internacional en el campo de la epigenética.

El investigador Manel Esteller es una referencia internacional en el campo de la epigenética. / archivo

La epigenética es una rama de la biología que trata de explicar por qué los organismos vivos expresan unos genes y silencian otros, conformando así sus características físicas particulares y cómo eso interfiere en la susceptibilidad de desarrollar determinadas enfermedades.

“La epigenética es todo aquello que controla y regula la genética. La forma más clara de verlo es en los gemelos: tienen el mismo genoma, pero presentan diferencias porque controlan el ADN de forma distinta. Y esas modificaciones químicas, que también pueden ser en las proteínas y quizá también en el ARN, es lo que denominamos epigenética”, explica Manel Esteller, profesor de Genética de la Universidad de Barcelona y uno de los líderes mundiales en este campo. Estas modificaciones pueden formar parte de la especie humana –que heredamos de nuestros padres– y otras pueden producirse con la conducta o con la exposición a tóxicos.

El avance en la comprensión de los mecanismos de la epigenética ha permitido el desarrollo de nuevos fármacos, especialmente en cáncer. “El motivo es que la célula tumoral pierde su ‘memoria’, es una célula que no realiza su función normal. Y esta pérdida es, en parte, epigenética. Por esto la epigenética sirve como marcador de la enfermedad y para predecir si el tumor es más o menos agresivo, que causa o no metástasis o si responderá o no a un tratamiento”, explica Esteller, que también es director del programa de epigenética y biología del cáncer del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge, Barcelona.

Los fármacos epigenéticos, por tanto, cambian la epigenética de la célula tumoral y son capaces que se vuelva a parecer al tejido sano. Además, al administrarse a dosis bajas, causan poca toxicidad y pueden administrarse en combinación con otros fármacos, como la quimioterapia. Su uso está autorizado en leucemias, linfomas y se está probando en sarcomas, los tumores que aparecen en los músculos. Una característica relevante es que tienen muy pocos efectos secundarios.

El motivo es que, a diferencia de tratamientos como la quimioterapia, se administran a dosis relativamente bajas y mantenidas en el tiempo. De este modo, la célula tumoral deja de crecer y proliferar, en vez de matarla de entrada.

“También se cree que estos fármacos, en combinación con los existentes, ayudaría a potenciar la eficacia del tratamiento en tumores de mama, colon y pulmón. Y se cree que ayudan a que la inmunoterapia sea más efectiva, porque ayuda a que la célula tumoral presente más proteínas, que son reconocidas y combatidas por el sistema inmune. Existen numerosos estudios en marcha en este sentido”, detalla.

El investigador Manel Esteller y su equipo acaba de publicar un avance en la revista Haematologica, con un fármaco prometedor. Como explica el experto, “buscamos dianas epigenéticas poco estudiadas, en este caso una modificación de una proteína denominada acetilación. Este mecanismo contribuye a los tumores, por lo que buscamos un fármaco que inhibiera la desacetilación y lo probamos en centenares de células tumorales procedentes de los pacientes y cultivadas en laboratorio”.

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