OPINIÓN. LA CALLE

Si fuera valiente

SI yo fuera un columnista valiente, como lo era Félix Bayón, no escribiría del desastre del Poder Judicial, como hace casi todo el mundo, incluido el presidente del TSJA, que lleva años alabando la excelente política de la Junta de Andalucía en esta materia y que,  tras el tremendo fiasco del caso Mari Luz, se ha llevado todas las felicitaciones periodísticas por su valiente Memoria anual en las que reconoce que el modelo actual de justicia no funciona, como si él y sus muy alabados políticos no hubieran tenido ni arte ni parte en el desbarajuste de los juzgados andaluces.  No. Si yo fuera valiente, como era el gran Bayón, elegiría un tema sobre el que apenas se escribe: la situación de los Ayuntamientos. Iría contra corriente y me atrevería a hablar del desbarajuste municipal andaluz.

Para poder justificar esta afirmación, me armaría del rigor con que Félix preparaba cualquier artículo para bucear en los informes de fiscalización de la Cámara de Cuentas sobre las cuentas municipales , en los que se puede apreciar lo difícil que es los consistorios andaluces –con honrosas excepciones– ejercer sus competencias con eficacia y eficiencia. Es decir, administrando el dinero de todos con prudencia, evitando el despilfarro en el gasto, que se produce en las más diversas áreas: desde los gastos protocolarios disparatados hasta los proyectos fallidos de desarrollo local, como los fastuosos Artenet.com de Málaga (PP) y Zocoweb.com de Granada (PSOE).  Intentaría saber cuántos ayuntamientos han cumplido el objetivo de estabilidad presupuestaria al que les obliga la Ley 18/2001 y cuántos de los que no lo han conseguido tienen ya en marcha su plan de reequilibrio.

Si tuviera la minuciosidad de Félix Bayón, estudiaría en el BOJA los cientos de concursos a secretarios de Ayuntamientos en los que las bases están redactadas de tal manera que se aprecia la voluntad de que gane el concurso una persona previamente determinada. De paso, miraría las sentencias de anulación de oposiciones por ser manifiestamente ilegales. Indagaría cómo es posible que todos los Ayuntamientos hayan incrementado exponencialmente su personal en los últimos veinte años  y al mismo tiempo hayan privatizado muchos de sus servicios. Si Félix pudiera prestarme la capacidad investigadora de su detective Luis León, me sumergiría en los legajos administrativos para estudiar los cientos de recalificaciones urbanísticas –desde Ayamonte hasta Pulpí– sobre las que alguna vez se ha proyectado la sombra de la corrupción y parte de las cuales han terminado en los tribunales, sin faltar las condenas de inhabilitación a un numero respetable de alcaldes y concejales, cuyo iceberg más emblemático es Marbella con Julián Muñoz a la cabeza. Incluso sin esta capacidad investigadora y sin buscar los casos de corrupción (como la imputación del alcalde de San Roque, PSOE, por malversación), sino simplemente leyendo los periódicos de esta semana podría escribir, con un poco de valor, que la gestión urbanística municipal es desastrosa: el TSJA ha anulado la expropiación de unos terrenos realizada por el Ayuntamiento de Granada (PP+PSOE), lo que originará indemnizaciones por 32 millones de euros; el de Jaén (PSOE+PP) modifica el PGOU para evitar ejecutar varias sentencias de derribo de naves industriales; el de Córdoba (IU) no impidió la construcción de viviendas ilegales en los alrededores de Medina Azahara; el silencio del de Almuñécar (Convergencia Andaluza) supone la legalización de diez viviendas sin licencia, etc.

Pero no tengo las cualidades de Bayón y, además, me gusta ser políticamente correcto. Así que defenderé la segunda descentralización en favor de los municipios, que son las instituciones más cercanas a los ciudadanos y el germen histórico de la democracia; alegaré que sus problemas económicos derivan de la tacañería de la Junta y el Estado para con ellos, etc. Sí; escribiré de lo felices que vamos a ser en cuanto los Ayuntamientos tengan más competencias e ingresos, como reclaman  todos los ediles andaluces; pero no diré una palabra de lo que hasta ahora han hecho con las que han tenido. Si acaso, suspiraré un segundo para musitar entre dientes: ¡Félix, Félix, como te añoramos tus lectores dos años después de tu desaparición física!.

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