IGLESIA PUERTORRIQUEÑA

Un conflicto sordo de poderes

La ordenación de Tobaja como sacerdote católico, y sus desgracias en Puerto Rico, estuvieron relacionadas en los orígenes con un conflicto de poderes que se vivió en la Iglesia puertorriqueña, después de que monseñor Roberto Octavio González Nieves tomara posesión como arzobispo de San Juan. Tobaja asistió a una reunión en la que intentaron forzar la dimisión del prelado.

González Nieves, que igue desempeñando ese cargo, es un franciscano que nació en 1950 en Elizabeth (New Jersey). Tuvo una carrera importante en la Iglesia de EEUU, que le llevó a ejercer en el Bronx neoyorquino. En 1988 fue nombrado obispo auxiliar de Boston, donde se hizo popular entre los hispanos. Tras pasar por Corpus Christi, en 1999 fue nombrado arzobispo de San Juan de Puerto Rico, relevando al carismático cardenal Luis Aponte Martínez, un prelado que alardeaba de su origen popular como “jíbaro puro”, y que pasó a ser arzobispo emérito, pero con notable influencia.

Algunos sectores católicos criticaron abiertamente a González Nieves por sus simpatías con el independentismo de Puerto Rico. El nuevo arzobispo, curiosamente, hablaba mal español y había estudiado en EEUU, pero llevó la bandera de Puerto Rico en su báculo, en la toma de posesión, y escribió su primera carta pastoral sobre la identidad puertorriqueña. Poco después consiguió que la Marina de Guerra de EEUU saliera de la base de Vieques, una decisión que adoptó George W. Bush en 2003, tras fuertes presiones y manifestaciones en la isla, que apoyó el arzobispo. A monseñor González Nieves se le atribuye una significativa frase: “Espero que, cuando me muera, tenga pasaporte de Puerto Rico”.

Con el tiempo, sus planteamientos políticos se han moderado y ha alcanzado un gran prestigio en la Iglesia americana.

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