meteorología

El temporal se deja sentir con fuerza

  • Los efectos de la borrasca Emma también se notan en la capital, sobre todo en el frente marítimo

  • Los chiringuitos de La Victoria plantan cara como pueden a la poderosa marea

La borrasca Emma, que está causando mil problemas en toda Europa, se dejó sentir ayer con fiereza en la capital gaditana. La lluvia, y sobre todo el viento, obligaron a los bomberos a salir a realizar diversas actuaciones por desplazamiento de mobiliario urbano y caídas de árboles. En la playa, coincidiendo con la marea alta, se vivieron escenas complicadas, con el personal de los chiringuitos que han decidido permanecer abiertos, luchando con sus propias manos para intentar impedir al mar comerse la playa. Algunos colocaron mesas y pailas de madera arrancadas por el propio mar de las pasarelas del arenal a modo de barreras, aunque con la marea alta quedó demostrado que servían para poco y pronto se vieron rodeados por el agua.

En la zona cercana al hotel playa Victoria, que es de las más bajas del litoral, la marea llegó hasta la acerca contraria, dejando parte de la calzada cubierta de arena, así como el Paseo Marítimo, por donde algún que otro valiente incluso se atrevía a realizar running.

En Cortadura, durante la pleamar, se vieron escenas espectaculares, con las olas cubriendo la muralla de la Residencia Militar.

En el Campo del Sur, a pesar de las advertencias de Protección Civil, más de un curioso se acercaba al frente costero para ver como las olas rompían en los bloques y su espuma ascendía hasta prácticamente mojar la acera, dejando imágenes espectaculares a la altura de la Catedral.

En otros puntos de la ciudad, como La Laguna o La Viña, tradicionalmente muy afectados cuando la lluvia hace acto de presencia, no se produjeron inundaciones de importancia. De hecho, en toda la provincia los bomberos apenas si hicieron una veintena de salidas, algo casi testimonial si se compara con las más de 100 realizadas en la provincia de Sevilla.

En la zona de La Caleta, sobre todo en el paseo Fernando Quiñones, las olas también pasaban de un lado a otro dejando prácticamente aislado el castillo de San Sebastián, que se veía entre brumas, como un barco a la deriva golpeado violentamente por las olas.

El viento tiró vallas de diferentes obras, como las de la avenida de Astilleros, y desplazó contenedores de basura, haciendo hasta peligrosa la circulación, sobre todo para los motoristas más valientes.

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