Enfoque de Domingo | A 12 meses de unas nuevas elecciones municipales

Más allá de los compartimentos estancos

  • Mientras el voto local abandona el binario político, el personalismo juega hace tiempo en clave nacional

Es una verdad comúnmente aceptada que el binomio de partidos actúa a peso plomo en el ámbito municipal. Los modos y maneras de la/s nueva/s política/s parecen algo exótico (se asume) a la hora de traducirse en rédito de votos locales. Tal vez se aplique la ley de la inercia en toda su gravedad, o el principio de que más vale malo conocido que bueno por conocer. Pero lo cierto es que el mapa rojiazul da la sensación de estar atado y bien atado a pie de tierra. Para Fernando Martínez, profesor del Área de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide, "las redes clientelares pueden tomar un papel más activo en el municipalismo dado la cercanía de los representantes y los representados". "Esto no es algo nuevo -continúa-, la distribución del mercado de votos en Andalucía hunde sus raíces en estructuras que están fijadas en poderes públicos más tradicionales, ganados en alcaldías. Y no es algo, desde luego, propio de esta comunidad autónoma: todos los casos de corrupción que se están levantando ahora mismo en Madrid nos desvelan un clientelismo brutal. Lo cierto es que en la disputa PP-PSOE, son pocas localidades las que se salen de este binomio: si miramos la foto panorámica, vemos años de permanencia".

Pero, ¿toda la Galia es romana? Por supuesto que no: hay casos históricos, como el de Marinaleda; localidades con un fuerte apego a partidos que no tienen ya ni estructura de tales (como Barbate con el PA), o sorpresas del tamaño de la alcaldía de José María González en Cádiz. La corporación de Medina Sidonia, que vive su segunda legislatura con mayoría absoluta de IU, es uno de estos casos. Su alcalde, Fernando Macías, no cree que en estos momentos exista un "binomio bipartidista en los territorios de Andalucía", sobre todo, a nivel municipal: "En esta provincia -apunta-, el binomio PP-PSOE comenzó a romperse en 2015. Afortunadamente. IU tiene además 80 alcaldías en Andalucía, y ocho en Cádiz".

Fernando Martínez subraya que tiene que existir una "conjunción de factores" para que aparezcan casos como estos: "Tiene que haber un tejido social que impulse a la formación de estas alternativas de izquierdas; tiene que haber grupos o personas que consigan encarnar esas ganas precisas, y tienen que darse ciertas circunstancias para que estos factores coincidan: puede ser, por ejemplo, que aumente el paro en una zona donde ha existido tradicionalmente un sindicalismo de izquierda, con un ambiente propicio para que se puedan movilizar esas ideas y conseguir una condensación de masa crítica -explica-. Sucedió en un caso paradigmático como fue la Córdoba de Anguita, que parecía ser una confluencia perfecta de ciudad, hombre e incluso cierta forma de destino: la identificación con El Califa era muy fuerte. O incluso lo que fue la explosión de Podemos, que aprovechó en su momento el terremoto sísmico a nivel de ideas que supuso el 15M. En definitiva, hacen falta ciertas energías, ciertas circunstancias y un catalizador adecuado".

"Medina fue un caso especial -cuenta Fernando Macías-. Se había llevado a cabo una oposición muy responsable y propositiva. Se hizo mucha calle. Y se peleó por la alcaldía durante 16 años en la oposición".

Atención a la cifra: nadie regaló nada. Dieciséis años de banquillo son muchos años: "Los procesos de aprendizaje son importantes en política, así como el respeto a cualquier persona que no piense como uno piensa. Aprendimos y escuchamos: lo mismo que hacemos ahora", indica Macías.

Respecto a las diferencias de comportamiento de voto entre comicios municipales y nacionales, desde la Pablo de Olavide indican que "en todo el territorio, no sólo en Andalucía", en las elecciones de corte municipal ha importado más tradicionalmente el componente de cercanía: es decir, la persona que se presenta más que unas siglas determinadas. "Mientras que en las nacionales, tiene más peso el partido. Pero está ocurriendo algo curioso -prosigue Fernando Martínez, titulado también en Antropología Social-. Estamos viendo cómo cada vez más, a nivel nacional, están surgiendo estas tendencias personalistas". Ocurrió con el primer Ciudadanos, y esos carteles con los candidatos desnudos, con Albert Rivera en primera fila. "O en las elecciones europeas en las que Podemos pegó el pelotazo, que parte de la propaganda eran unas etiquetas de botellas de vino con la cara de Pablo Iglesias. En este sentido -desarrolla-, creo que la consulta de Iglesias a las bases sobre si merecen o no seguir al frente de la formación por la compra de su casa en Galapagar, marca un claro rubicón".

"Hemos visto que la vis personal se puede imponer por encima de la imagen de partido incluso a nivel general -continúa Martínez-. Pero ya estamos hablando en los candidatos como símbolos: en una sociedad en la que uno mismo es su propia marca, y en la que las vidas se exponen como parte de un todo, y son objeto de mercado, tampoco es algo de extrañar".

Para el especialista, es difícil decir, sin embargo, si el desgaste del bipartidismo y el asentamiento de los cambios que auguran las próximas elecciones generales (sobre todo, a raíz de la última encuesta de Metroscopia) tendrán una traducción en los comicios municipales: "La última convocatoria municipal sí que sirvió como termómetro de Podemos -comenta-, pero no sé si será igual en este caso. Hacer un previsión es complicado porque el tejido electoral está multipolarizado: no hay dos variables, sino muchas, en las cuales la gente se identifica".

"La situación nacional es absolutamente convulsa -opina al respecto Fernando Macías-. Puede influir, claro, o debería influir el castigo a la corrupción y a la cobardía. Fundamentalmente, creo, en las grandes ciudades, donde los gobernantes tienen menos contacto con la gente. En municipios medios o pequeños, el contenido de un sobre electoral lleva más la aprobación de una cuestión más cercana a la gente que a un tinte ideológico. Pero insisto en que vivimos tiempos convulsos".

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