Provincia de Cádiz

Decomisado, abandonado y casi hundido

  • El 'narcobarco' que se fue ayer a pique pone en evidencia la necesidad de la custodia y retirada de las embarcaciones intervenidas

  • Representan un riesgo ambiental y para la seguridad

Lo más probable es que, como tantas otras veces, lo abordasen desde una barquilla, una zodiac u otro tipo de pequeña embarcación, que intentasen desmontar material electrónico o alguna valiosa válvula de bronce para venderla por unos cuantos euros a algún chatarrero, que manipulasen las de fondo, que el agua comenzase a entrar en el casco y que huyesen al no poder cerrarlas o ni tan siquiera intentarlo.

Al cierre de esta información, el Thoran, un viejo remolcador de 34 metros de eslora y ocho de manga, decomisado con 3.800 kilos de cocaína a bordo a principios de octubre del año pasado, continuaba escorado y yéndose a pique desde el amanecer en el muelle Fernández Ladreda del puerto pesquero de Cádiz, con combustible todavía en sus tanques.

En los muelles de Cádiz quedan otros dos de estos buques fantasma y en El Puerto, cuatro

A primera hora de la tarde, un equipo de amarradores, buzos y otros expertos al mando de Rafael Catalán, jefe la División de Seguridad y Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC), se aseguraba del buen funcionamiento de las barreras anticontaminación que colocaron nada más tener noticia del siniestro para evitar que el hidrocarburo se expandiese al puerto.

Además, iniciaban el movimiento del Eisvogel, otro buque intervenido -éste por su uso durante una operación de contrabando de tabaco-, al que estaba abarloado el Thoran. Por precaución, cuando los barcos quedan amarrados se suelen vaciar los depósitos de combustible, pero siempre queda algo, como evidencia el fuerte olor a gasoil y la lámina tornasolada que flota a proa de los dos buques, dentro del anillo anticontaminación. Varios cientos de kilos de floculante estaban ya preparados desde primera hora de la mañana para aglutinarlo y recogerlo. Así lo marca el protocolo PIM (Plan Interior Marítimo), que se desplegó desde el primer momento en prevención de problemas medioambientales y de seguridad.

Según Rafael Catalán, las labores de enderezamiento y salida a flote de un barco escorado como el Thoran son complicadas y podrían alargarse durante toda una semana. Aunque no descartan que el barco se vaya definitivamente a pique, con lo cual se complicaría aún más la operación. Eso sin contar con la multitud de requisitos ambientales que se exigen para su posterior desguace y que ya no queda en la provincia de Cádiz ninguna empresa dedicada a esta actividad.

Pero el Thoran no es el único buque decomisado que aguarda una decisión judicial de desguace o de subasta que nunca llega. En los muelles de Cádiz quedan otros dos en similares circunstancias y otros cuatro amarrados en El Puerto de Santa María. Entre ellos el Louisa, intervenido por la Guardia Civil en 2006 en el marco de una operación contra las prospecciones ilegales en los fondos marinos de la provincia para apropiarse de restos arqueológicos.

Como ya ha denunciado en repetidas ocasiones la APBC y ha publicado este periódico, estos barcos ocupan plazas que limitan la actividad comercial y, además, no pagan las correspondientes tasas por el alquiler del amarre.

La Policía Portuaria ha denunciado varias veces a lo largo de los últimos años que estos buques abandonados han provocado situaciones de peligro, sobre todo cuando sopla fuerte el viento, y han advertido de la posibilidad de hundimientos o de vertidos al mar por rotura del casco. Es más, la APBC ha solicitado en repetidas ocasiones que las autoridades judiciales agilicen los trámites necesarios para que los barcos sean desguazados, subastados o entregados a sus legítimos propietarios, según proceda.

No obstante, el jefe de la División de Seguridad y Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz insistió en que la situación del Thoran está controlada y no existe riesgo alguno de que el combustible que aún quedaba en sus depósitos escape más allá del anillo de la barrera anticontaminación.

Mientras tanto, los especialistas en la rapiña de material náutico en estos barcos fantasma seguirá actuando como hasta ahora y dando pie a situaciones de alto riesgo. A no ser que la vigilancia del decadente puerto pesquero se intensifique, no sólo en sus accesos por tierra.

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