Tribuna

Esteban fernández-Hinojosa

Médico

Qué es la salud

Qué es la salud Qué es la salud

Qué es la salud / rosell

Uno sale de la ducha matutina lleno de una inexplicable energía psicosomática. Y al cabo de pocos segundos, inundado de ese sentimiento oceánico de salud, descubre en el espejo un abdomen inesperadamente destacado y una cabellera revuelta, pero poco abundosa. En el tubo de crema de afeitar se estampa una densa nube de minúsculas letras del todo ilegibles por más que aleje la mirada, y por más que su contenido resulte de una indiferencia ontológica. Y justo ese día, al salir de casa, duele el tendón de Aquiles. Pese a que uno no fuma, bebe algo de alcohol, camina mucho y corre de vez en cuando, practica también el vano ejercicio de la vida sedentaria durante las adictivas y largas lecturas cotidianas. Quizá sean varios los trastornos larvados que se ocultan en el cuerpo sin que de ellos se tengan noticias.

Así que uno se pregunta: ¿qué es la salud? Para la mayoría de los médicos esta no es una cuestión relevante. Ellos se sienten más atraídos por la enfermedad que por la salud, enfermedad que estudian durante largos años. Cuerpo y mente son susceptibles de enfermar de centenares de formas a lo largo de la vida; de hecho, se ha necesitado concentrar mucha atención para clasificar las enfermedades. Cuando un médico se refiere a la salud, en realidad tiende a pensar que son estados vacíos caracterizados por la ausencia de enfermedad. Sin embargo, esta idea de salud podría elevarse a categoría de ilusión: la tecnología disponible en las analíticas rutinarias -no digamos los análisis genéticos- o las técnicas de imagen con que trabajan los médicos hacen posible detectar toda suerte de desorden orgánico en un paciente.

Al mismo tiempo, cabe preguntarse si el concepto de enfermedad puede resultar hoy obsoleto. Mary Tinetti y Terri Fried argumentaron en 2004 en American Journal of Medicine que pensar en términos de enfermedad se ha vuelto contraproducente: "Ha llegado el momento de abandonar la enfermedad como centro de atención médica", escribían. "El cambio en el espectro de la salud, la compleja interacción de factores biológicos y no biológicos, el envejecimiento de la población y la variabilidad interindividual en las prioridades de salud hacen que la atención médica se centre en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad aislada, lo que es anacrónico en el mejor de los casos y perjudicial en el peor".

Una paciente octogenaria -con insuficiencia cardíaca, diabetes, bronquitis crónica y artrosis-, es tratada por un cardiólogo ante el problema de corazón, el endocrinólogo trata su diabetes, el neumólogo su bronquitis y el reumatólogo su artrosis de larga evolución. Y el médico de cabecera le revisa su carpeta, llena de antiguos e inconexos informes, y receta una larga lista de medicamentos. En realidad, nuestra paciente no tiene demasiado interés en sus enfermedades, ni siquiera tiene miedo a morir. De hecho, es lo que desearía si antes pudiera ver a su hijo (quien trabaja en otro país desde hace años). Su vida cambió cuando murió su marido. Ahora le sobran médicos y le faltan personas cercanas, pero a aquellos los suministra el sistema y a éstas, no.

Más allá de esta sana frivolidad metafísica -licencia, por cierto, sabiamente recomendada por Max Scheler contra el aniquilador miedo a la muerte-, la atención médica tal vez debiera centrar sus ínfulas en las personas más que en sus enfermedades, ahora que cada vez mayor número de ellas alcanzan la provecta edad de los patriarcas y enferman con el lastre de un sinfín de patologías crónicas junto a múltiples problemas sociales y familiares. Así que la definición de salud como ausencia de enfermedad no resulta satisfactoria. Por no hablar de la definición ofrecida por la Organización Mundial de la Salud de "completo bienestar físico, psicológico y social", estado que probablemente sólo se logre durante el orgasmo compartido, como bromeaba nuestro viejo catedrático de Histología. La absurda definición de la OMS deja sin salud a la mayoría de las personas casi toda su existencia.

Quizá fuera más razonable la definición de Sigmund Freud -que según algunos nunca expresó este autor-, para quien la salud consiste en "la capacidad de amar y trabajar". El amor y el trabajo eran lo más valioso en este excelso escritor. Ahora bien, si se trabaja como cajero de supermercado en una gran superficie comercial, quizá no se esté muy interesado en gozar de esta clase de salud. Así las cosas, sería recomendable que cada uno eligiera su propia definición al respecto, de la misma manera que cada uno tiene su propia idea de "la buena vida". Quien firma se conforma con escuchar de vez en cuando una fuga de Bach mientras escribe artículos para el periódico y se recuerda a sí mismo aquello que repetía don Pedro Laín: "La salud es un estado transitorio que no conduce a nada bueno".

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