Tribuna

Francisco Ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Algunas reflexiones sobre el batacazo económico

Algunas reflexiones sobre el batacazo económico Algunas reflexiones sobre el batacazo económico

Algunas reflexiones sobre el batacazo económico

La caída del PIB español en el segundo trimestre del año en un 18,5% respecto al anterior trimestre (22,1% en términos interanuales) no sólo es la más grave desde la Guerra Civil, sino también la más elevada de todos los países de los que se conoce su medición. Un dato al que se si le suma la contracción del PIB en el primer trimestre, reduce la producción nacional al nivel de 2002. Además, la proliferación de rebrotes está deteriorando las expectativas de recuperación, por lo que las previsiones apuntan a una contracción anual del 15% del PIB, la más elevada de todos los países desarrollados.

Semejante quebranto económico no es consecuencia de la mala suerte, sino de ciertos rasgos de la economía española y del sistema institucional, entre los que podemos distinguir los siguientes:

1) El deficiente sistema de salud pública, que ha propiciado que la pandemia provoque uno de los mayores impactos sanitarios del mundo en términos de contagios y fallecimientos por habitantes, lo que ha exigido un confinamiento más severo y mayores restricciones de la actividad productiva, con la consiguiente incidencia en la economía. En el mayor impacto sanitario las responsabilidades del actual gobierno son relevantes, pero la deficiente gestión también es consecuencia de las restricciones del sistema de salud pública (detección, prevención, aprovisionamientos, coordinación y control) provocadas por un proceso de descentralización de competencias a las comunidades autónomas activado por circunstancias políticas más que por una planificación razonable.

2) Un sistema político-institucional en el que los intereses partidistas y territoriales dificultan la imprescindible cooperación para gobernar la emergencia sanitaria y económica. En un clima político presidido por el desgaste del adversario es más difícil adoptar medidas tempranas de precaución, restricciones a la movilidad y a la producción, negociaciones internacionales, mantenimiento del control social o un programa de recuperación económica consistente.

3) En el terreno estrictamente económico la especialización productiva es la causa más determinante del mayor impacto de la crisis del coronavirus. En la estructura productiva española tienen un elevado peso las actividades vinculadas al turismo y a la interacción social, como la hostelería, restauración, comercio, transporte o las actividades recreativas, mientras que actividades industriales y de servicios que se están mostrando resistentes a la crisis (o incluso con dinámicas positivas), como la farmacología, otras actividades vinculadas con la sanidad y la biotecnología, la inteligencia artificial, el comercio electrónico, la industria de robots o la diversidad de actividades vinculadas con la digitalización, tienen una reducida presencia en la producción nacional.

4) La elevada tasa de temporalidad laboral y las limitaciones en la formación también inciden en el más grave impacto en el empleo y, con ello, en la demanda. Estas restricciones vienen determinadas por diversos factores, entre los que destacan la especialización en actividades que no requieren elevadas cualificaciones y con un componente notable de estacionalidad, en las limitaciones de la formación ocupacional y, especialmente, en la rigidez de un mercado de trabajo que no favorece la contratación laboral ni incentiva la formación en el trabajo.

5) Una estructura empresarial con un elevado peso de las pymes y micropymes, lo que limita la resiliencia del tejido empresarial, por su más débil soporte financiero y menor capacidad para abordar cambios productivos y abrirse a nuevos mercados.

6) Restricciones financieras para abordar políticas de contención y recuperación de la crisis con una entidad semejante a la de los países de nuestro entorno. El menor margen de maniobra fiscal español viene determinado por el déficit estructural, la elevada deuda pública y la desconfianza de los mercados por la resistencia de los gobiernos a una política de consolidación fiscal consistente tras la crisis de 2008, resistencia motivada por el desprestigio político de los ajustes del gasto público.

Las restricciones comentadas son difícilmente modificables en el corto plazo, pero mal haríamos si, con la justificación de la urgencia de las actuaciones por la gravedad de la crisis, no se actúa en la corrección de las disfuncionalidades referidas y, en particular, si la política de recuperación está presidida por la inercia que impongan los colectivos, sectores y empresas más influyentes, y no se aborda el futuro con más imaginación, lo que exige concentrar los esfuerzos públicos en actividades y empresas con más futuro y abordar reformas estructurales que favorezcan la competitividad y un marco institucional más eficaz para combatir contingencias futuras.

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