Muchos democristianos españoles se sienten conmovidos por el conflicto de Gaza porque en aquella tierra nació el cristianismo y, sobre todo, porque todas las vidas humanas son sagradas, doliéndoles especialmente los asesinatos de niños. Los países europeos, principalmente Alemania, recuerdan la sangrienta persecución a los judíos que llevaron a cabo sus antecesores, que luego impulsaron la creación de Israel, un Estado al que consideran integrado en el bloque democrático occidental. De ahí que sean reticentes a tomar represalias contra Israel y les resulte más fácil tomar medidas contra Rusia, un país adversario. Los democristianos comparten las peticiones que León XIV planteó a Isaac Herzog, presidente de Israel, durante su visita al Vaticano: decretar un alto el fuego, facilitar ayuda humanitaria a los civiles, proteger los sacros lugares de culto y respetar a los católicos que viven en aquella zona. Los diplomáticos eclesiásticos reconocen que hay un conflicto entre dos partes: la dirigida por el cruel gobierno de Netanyahu y la dirigida por el también cruel Hamas. Ese conflicto no es reciente, sino que ya dura siete décadas. Omitir ese dato sería tergiversar la realidad. Mientras que el gobierno israelí pretende erradicar a Hamas, ese grupo guerrillero lleva en su programa político acabar con Israel. Sería incurrir en un engañoso maniqueísmo prestar atención solo a la agresión israelí o solo a los atentados cometidos por Hamas. En cualquier caso, los democristianos esperan que los israelíes no se propongan exterminar a los palestinos, sino dominar la totalidad del territorio para imposibilitar la continuidad de Hamas. Y saben que los Estados Unidos y Alemania apoyan esa determinación de Israel.
Como el vocablo “genocidio” designa un gravísimo delito, los democristianos se atendrán a lo que determinen los tribunales internacionales, que por ahora han acusado a varios dirigentes israelíes de crímenes de guerra. También esperan los resultados de las investigaciones que ha emprendido la fiscalía general española. En suma, los democristianos rechazan los crímenes de guerra perpetrados por ambos bandos. Lamentan los asesinatos de palestinos inocentes, pero señalan que han muerto todavía más yemeníes, sirios y sudaneses. Así que la mayor parte de los árabes fallecidos en los últimos años no han sido víctimas de los israelíes. ¿Es que esas personas no importan porque no los mataron israelíes? Quizás, junto a una encomiable sensibilidad humanitaria, en la elección de centrarse solo en los crímenes de origen israelí haya un cierto interés electoral y algo del tradicional antijudaísmo español.
En opinión de los democristianos, lo más urgente es incrementar la ayuda humanitaria a los palestinos desplazados por la ocupación de la ciudad de Gaza. Una vez hecho eso, habría que convencer a los palestinos de que se olvidasen de su lema “desde el río hasta el mar” y desarmasen a sus guerrilleros. A cambio, Israel debería detener su actual agresión, facilitar que llegue más ayuda humanitaria y negociar un convenio de paz. Están de acuerdo los democristianos con la propuesta de la Asamblea General de la ONU de establecer un Estado palestino, pero no olvidan que varias veces se les hizo esa oferta a los palestinos y siempre la rechazaron. Se temen, pues, que también esta vez los dirigentes de Hamas buscarán alguna excusa para rechazarla. En esta ocasión incluso los gobernantes israelíes han votado en contra, lo que ratifica su sospecha de que el esperanzador proyecto de los dos Estados puede quedarse en una bienintencionada utopía. Dispuestos a colaborar con los partidos de la Unión Europea que quieran pacificar la zona de Gaza, los democristianos rechazan que sea a costa de revertir la decisión occidental de crear el estado de Israel. Asumen que Israel no permitirá que se cree un Estado palestino en Gaza controlado por Hamas y teledirigido por Irán. Por tanto, la única solución sería disolver Hamas y encomendar la supervisión del futuro Estado palestino a algún Estado árabe, quizás Egipto, no alineado con Irán. Los israelíes más extremistas, como Netanyahu, rechazan cualquier forma de Estado palestino, pero otros israelíes aceptarían esa propuesta siempre que las naciones occidentales y las árabes garantizasen que no se pondrá en riesgo la seguridad de Israel. Y los democristianos respaldan esa petición de garantías.