La tribuna

Malos tiempos para la belleza

Malos tiempos para la belleza
Daniel Serrano Collantes - Médico

Cuando en la década de los 80 proliferaban las canciones superficiales y comerciales, con letra sin aspiraciones, el grupo de pop español Golpes Bajos, publicaba la canción Malos tiempos para la lírica rompiendo una lanza con una canción romántica. Ahora se podría actualizar y decir que parecen malos tiempos para la belleza, pero hay que recuperarla.

Cada vez valoro más el buen gusto, la belleza, lo armonioso y me molesta y llevo peor el mal gusto. Tal vez sea que voy siendo un poco mayor. Hace unas semanas, mientras cenaba con un amigo, en la conversación, entre otros asuntos, hablamos de la belleza y eso que ni él ni yo somos catedráticos de Estética. Y es que cada vez es un asunto que tengo más presente. Me sorprendió, que también a él le inquietara.

Le hablé del libro que estaba leyendo El mal gusto. La política de lo feo, de una joven periodista inglesa, Nathalie Olah, y me recomendó un documental titulado Por qué la belleza importa, también dirigido por un británico. La realidad es que, aunque no la queramos conscientemente, necesitamos esa belleza, armonía, que nos transmite también una sensación de paz. Frente a esto parece que lo feo va ganado terreno día a día. Parece que es lo moderno, lo transgresor, que va inundando todos los ámbitos y en verano se hace más patente. No solo es en la moda, también es en la educación, en la manera de estar, de hablar, de presentarse, en el arte, el cine, etc… Son los leggins, las chancletas a todas horas, esas palabrotas continuamente en la boca, las flores de plástico, los aros en las orejas o los piercings en la nariz como si fueran ganado, no saber dar las gracias… Esta evolución ha sido tan rápida, que incluso los más jóvenes podrían pensar que siempre fue así. Pero no, antes no fue así. Esa búsqueda de lo hermoso, lo bonito, lo armónico a lo largo de los siglos nos han traído unos museos, unos monumentos seculares, unas ciudades en la que uno disfruta simplemente paseando, viendo unos jardines cuidados, unas aceras limpias, sin pintadas en sus paredes (estos es casi un milagro ya) o películas memoriales. El Museo del Prado, el Escorial, la Piedad o la Sagrada Familia son una muestra de ello. Pero esa dosis de buen gusto la necesitamos en la vida diaria y es ahí donde debemos buscarla, pero es verdad que se hace cada vez más difícil. Y con esto no digo que tengamos que pintar la casa y vestir a los hijos con colores neutros. Ahora lo trasgresor, lo reaccionario, lo que destaca, es la búsqueda de lo bello, en el sentido más amplio del término, en todos los ámbitos de la vida. Hoy destaca la persona educada, que viste correctamente, conforme las circunstancias, que sabe estar. Disfruto de un jardín cuidado, de una mesa puesta con gusto, de esos pequeños detalles que marcan la diferencia, de la música de órgano en una iglesia barroca, de un trato educado… y es como una necesidad tener o hacer una terapia de buen gusto para contrarrestar el mal gusto, que a veces nos encontramos.

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