Tribuna

manuel bernal romero

Profesor y periodista

Sin liderazgo educativo ni consenso

Sin liderazgo educativo ni consenso Sin liderazgo educativo ni consenso

Sin liderazgo educativo ni consenso / rosell

A estas alturas es imprescindible plantearse si quienes proponen las soluciones que se dan para la vuelta a clase en septiembre conocen la realidad de nuestros centros educativos y los modos de relacionarse de los niños y los adolescentes. E incluso si sabrán cuál es la ratio media o qué dimensiones tienen la mayoría de unas aulas en las que a veces no hay siquiera sitio para una pequeña biblioteca de aula. ¿No tienen estos estrategas educativos hijos ni sobrinos que les ilustren o que les hagan recapacitar sobre la viabilidad de sus planteamientos?

Hay además ahora, como durante el último trimestre del curso 2019/2020, una clara y notoria falta de liderazgo pedagógico y de gestión. Un déficit que alcanza lo mismo a la Administración educativa en sus más altos representantes, y que se extiende hasta la Inspección, los centros de formación del profesorado o a los equipos directivos. Ninguno de estos estamentos -salvo excepciones- ha sido capaz de promover y de unificar criterios para enfrentar, con todas las carencias y la falta de preparación que todos teníamos, un modelo de enseñanza a distancia o en red realmente competente, eficaz y basado en estrategias de éxito y no en ocurrencias. Esta circunstancia se ha hecho muy evidente en los últimos días, cuando se suceden los planes alternativos y el mosaico de nuestra "diversidad" autonómica está rozando el ridículo.

Pero la realidad de todo esto es que no se ha sido capaz, que no fuimos capaces, o que fueron muy pocos, de atreverse a hacer autocrítica y sopesar en cuánto estábamos errando y ello ha provocado que en los últimos meses se haya perdido un tiempo precioso para preparar la vuelta a las clases de manera seria. No ha sido capaz de hacerlo la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, que ni siquiera lo fue en su momento para fijar una plataforma única de trabajo, ni tampoco la mayoría de los equipos directivos que en ocasiones no tuvieron ni la lucidez de hacer una interpretación eficiente de las instrucciones que se daban, ni lo fue la Inspección que obvió en muchos casos la necesidad de verificar que en los centros se estaba haciendo una aplicación coherente y no lesiva del Derecho a la Educación, o que se estaban poniendo todos los medios posibles para que los alumnos accediesen a la formación digital, que era la única opción. Y la mayor de las veces, cuando eso se alcanzó, no fue por mérito de la propia Administración, sino por el empeño de algunos directivos, Ampas o representantes municipales. Desgraciadamente lo dispuesto se tradujo en un plus de burocracia, mientras a las espaldas del NO MODELO la única consigna real fue un "sálvese quien pueda", mientras se debatía si era aceptable o no un aprobado general.

En este panorama muchos chicos trabajaron más que nunca y que casi siempre, aunque sin saber muy bien qué hacían, aprendieron a despejar incógnitas en ecuaciones que era la primera vez que veían, o a identificar metáforas en versos de poetas culteranos, o alcanzaron una excepcional cualificación en lengua inglesa porque se les apareció Lord Byron en sueños. Pasó también que los maestros y profesores trabajaron a destajo con el reconocimiento de muchos padres que supieron que aquellos días en línea parecían no tener fin, aunque también será verdad que hubo también algún docente que tiró por la calle de en medio. Y que los padres -en la mayoría de los casos- revivieron de pronto y supieron que además de Facebook, Instagram o Whatsapp existían Classroom, Moodle, Edmodo, etc. etc. Toda una ducha digital que los ha dejado listos para conquistar las últimas galaxias del universo.

Pero si entonces esa falta de liderazgo se hizo muy notable y de manera muy negativa, ahora empieza a hacerse visible incluso antes de que toque la vuelta al cole. Ni siquiera se ha sido capaz por parte de la Administración educativa de favorecer ni alcanzar el consenso. Parece intentarse ahora a dos días y medio de que las clases vayan llenándose sin hueco para los virus. Si los empresarios se quejan habitualmente de que se cierran sus negocios y son los últimos en enterarse, imagínese lo que está pasando en el sector educativo, donde los diferentes grupos implicados se están manifestando un día sí y el otro también en contra -o en la duda- sobre lo que está ocurriendo. ¿Tan difícil era trabajar desde el consenso y la coherencia con las realidades y el entorno, que es una máxima que se incluye en todas las normas educativas?

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