Tribuna

PABLO GUTIÉRREZ-ALVIZ

A beneficio de inventario

El activo principal de la monarquía es que fue aceptada en el referéndum constitucional, y que ha permitido vivir en armonía a todos los ciudadanos de bien durante 42 años

A beneficio de inventario A beneficio de inventario

A beneficio de inventario / rosell

Confieso que a veces expreso mis dudas con algunas afirmaciones a beneficio de inventario, es decir, con ciertas reservas; y también, desde luego, que escucho determinadas opiniones que tomo a beneficio de inventario porque las considero frívolas e incluso absolutamente malvadas. En el mundo del Derecho, la aceptación de la herencia puede ser a beneficio de inventario: un procedimiento propio que la dota de lógica y rigor. Consiste en que el llamado a suceder en una herencia puede aceptarla bajo la condición de que tras un exhaustivo inventario de los bienes y deudas del difunto salga un saldo favorable al heredero: la comprobación de que el activo del patrimonio del finado supere al pasivo del mismo.

Este beneficio de inventario jurídico podría ser especialmente idóneo para reflexionar sobre la polémica suscitada por Podemos en torno a la forma política del Estado: monarquía o república. En la actualidad, no parece un asunto vital ni preocupante para la mayoría de nuestra sociedad (en plena pandemia y con una grave crisis económica).

La práctica de los inventarios requiere deslindar el campo de actuación por exclusión, con un perito que evalúe los bienes y deudas que queden en juego. También habría que advertir cuál sería su consecuencia más inmediata para deducir la mejor herencia (monarquía o república) para España.

Estos inventarios no deben entrar en los precedentes históricos patrios: mejor que olvidemos a los penosos reyes del XIX y principios del XX, y a las pésimas experiencias republicanas. Tampoco tienen que incluir debilidades sexuales y fraudes económicos que se extienden por todo el globo terráqueo. Tanto para la sangre azul como para la roja los líos de faldas han sido frecuentes por doquier (don Juan Carlos, Alberto de Bélgica, Clinton, Mitterrand…). Y el hemisferio no altera el factor humano: lo mismo se defrauda en Francia (Giscard d'Estaing) que en Brasil (Lula da Silva). En cuanto a lo elogiable, las latitudes geográficas siguen sin hacer distingos. La Europa occidental es un fiel reflejo: los reinos de Holanda, Suecia y Dinamarca así como las repúblicas de Alemania, Francia y Austria se rigen por democracias muy parejas con grandes avances sociales.

El activo principal de la monarquía parlamentaria española es que fue aceptada en el referéndum constitucional, y que ha permitido vivir en armonía a todos los ciudadanos de bien durante 42 años. Asimismo, se ha erigido en garante de la democracia (contra el golpe del 23-F de 1981) y de la integridad territorial (plantó cara al procés). No es desdeñable que se haya respetado la igualdad de los españoles ante la ley a rajatabla: la justicia condenó a pena de prisión a Urdangarín, cuñado del rey. El pasivo monárquico nacional, sin olvidar su natural carácter hereditario y vitalicio, se resume en los escándalos financieros y fiscales del rey emérito con sus millonarios regalos y su demora tributaria.

La república, por definición, presenta como activo esencial, la elección directa y popular de su Presidente y para un tiempo limitado. Cabe presumir que también serían controlados los familiares del Jefe del Estado. El pasivo viene marcado por la actitud poco democrática de los partidos políticos españoles que siempre tapan sus corruptelas. Y así lo harían con su Presidente pensando en las siguientes elecciones. Conviene repasar los posibles aspirantes a la nueva jefatura del Estado: el mendaz Sánchez, el cándido Casado, la veleta Arrimadas, el primitivo Abascal y el infame Iglesias. No es extraño que los partidos de similar ideología pacten y presenten un candidato "independiente". Mientras la derecha no llegaría a ningún acuerdo, la izquierda propondría a algún personaje progresista tipo Garzón o Almodóvar y, ya puestos, a la madre o al padre de Pablo Iglesias, quien terminaría por colocar a toda su familia (se repartirían la presidencia y vicepresidencia de la república de la bandera con franja morada). Pero el pasivo letal que impide heredar la III República radica en que sus promotores (los separatistas y Podemos) nos encaminarían, acto seguido, a la pérdida de Cataluña y del País Vasco (con Navarra incluida).

Por contra, el beneficio de inventario de la monarquía parlamentaria sí que arroja un saldo positivo. La Corona nos permitiría proseguir en una España democrática y con plena integridad territorial. Felipe VI lleva seis años demostrando ser un rey cabal, y ahora se encuentra desvalido: no se puede fiar de su padre ni del taimado Sánchez. Para el presidente del Gobierno la monarquía es algo muy secundario.

La porfía republicana me la tomo a beneficio de inventario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios