Tribuna

Amparo Rubiales

Doctora en Derecho

Clara-Victoria

Clara-Victoria Clara-Victoria

Clara-Victoria / rOSELL

Tomo prestado el título de este artículo del libro del periodista Isaías Lafuente, cuya lectura recomiendo. El autor es la persona que mejor ha escrito sobre el acontecimiento más importante para la historia de las mujeres: la consecución de la condición de ciudadanas en la Constitución de 1931.

He escrito mucho sobre la consecución del voto femenino y hoy vuelvo sobre estas dos grandes mujeres, por razones personales. En estos dos meses, terribles, sobre todo, por la guerra de Ucrania, he tenido la inmensa fortuna de recibir el premio Clara Campoamor que otorga el PSOE de Andalucía, con motivo del 8 de marzo, que ya tenía (2001), pero dedicado ahora a las seis mujeres parlamentarias andaluzas, que lo fuimos, por primera vez en 1982 cuando, después de las primeras elecciones, se constituyó nuestro Parlamento. Seis mujeres entre 109 diputados fue toda una proeza; lo recogimos la malagueña Chiqui Gutierrez del Álamo, muchos año parlamentaria, y yo, en un acto en el que fueron premiadas mujeres de toda Andalucía. Para nosotras, la democracia, la libertad y el socialismo, han sido fundamentales en el ejercicio de derechos que durante siglos se nos habían negado, y que ahora, algunas miserables, nos quieren arrebatar. Sin igualdad no hay libertad y sin ellas no hay democracia.

En abril, la Agrupación socialista de Torremolinos (Málaga), me concedió el premio Victoria Kent, en una tarde entrañable, rodeada de gente buena, acompañada de la vVicesecretaria general del PSOE de Andalucía, Ángeles Férriz, gran mujer, feminista y socialista, emocionándome, una vez más, de que existan mujeres que, como ella, sirven para constatar la existencia de tantas mujeres, y hombres, para quienes la igualdad es irreversible.

Clara Campoamor, madrileña, y Victoria Kent, malagueña, fueron las dos únicas mujeres presentes en el Congreso cuando se debatió el sufragio femenino, -Margarita Nelken, la tercera diputada, socialista, se incorporó más tarde-, ambas fueron las primeras abogadas que ejercieron como tales en España, "no fueron amigas ni cómplices, pero las unían su condición de pioneras y vanguardistas en muchos aspectos". Las dos fueron Directoras Generales, una de prisiones, Victoria Kent, poco más de un año, pero todavía se recuerda su gran trabajo para humanizar el sistema penitenciario, siguiendo la línea marcada por la gran Concepción Arenal, pionera por excelencia del feminismo español. Clara Campoamor, a su vez, fue Directora General de Beneficencia, durante diez meses. Una pertenecía al Partido Radical-Socialista, el del sevillano Martínez Barrios, Victoria, y Clara, al Partido Radical de Alejandro Lerroux.

Ahora una pregunta me hago, y se ha hecho mucha gente, ¿eran las dos feministas? La respuesta no tiene duda: si, por supuesto; sus vidas así lo avalan y, sin embargo, ambas, etiquetan su feminismo de alguna manera. Clara declaró en una ocasión: "no soy feminista, soy humanista", afirmación con la que, según Isaías Lafuente, solo pretendía aclarar que "el feminismo que ella defendía no buscaba obtener ningún privilegio respecto a los hombres, como muchos, ayer y hoy, afirman".

Del feminismo de Victoria se ha dudado más, por su posición contraria al voto femenino en el debate constitucional, por razones de oportunidad: "Es significativo, dice, que una mujer como yo se levante en la tarde de hoy a decir a la Cámara, sencillamente que, creo, que el voto femenino debe aplazarse. Lo dice una mujer que en el momento crítico de decirlo renuncia a un ideal".

Para conocer la historia hay que leer Mi pecado mortal. El voto femenino y yo de Clara Campoamor. La razón estaba de su parte: "Yo, señores diputados, me siento ciudadana antes que mujer y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho".

Victoria también era feminista, sin duda, incluida su relación con Lousie Crane, su pareja de vida, pero cuando regresa, temporalmente, a España después del exilio, escribe en El País (1977) un artículo titulado Feminismo consciente, en el que dice: "No debemos caer en la común afirmación feminista que sienta la igualdad absoluta entre el hombre y la mujer". "No seamos agrias feministas, seamos femeninas, consciente de la noble misión de la mujer".

Lo que quiero expresar es algo que he escrito: "Debemos hablar de feminismos, porque siempre ha habido muchas formas de adjetivarlo: feminismo de la igualdad o de la diferencia, de clase, radical, socialista o anarquista; institucional, de militancia única o doble militancia; sobre ellos hemos debatido encendidamente las feministas", y seguimos haciéndolo; ahora parece que con mayor acritud; el feminismo siempre ha sido plural y diverso; nunca ha sido, ni debe ser, excluyente de otras manifestaciones que no tienen que ver con la biología, sino con sentimientos. Hoy, el eslogan seria: "Libertad, Igualdad y Diversidad", ésta equivale a la primitiva "Fraternidad", que sólo incluía a los hombres.

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