La soledad del Gobierno queda en evidencia

Sánchez debe plantearse muy seriamente si es el momento de devolverle la palabra a la ciudadanía

El Gobierno perdió ayer la primera votación de cierta importancia en el Congreso de los Diputados desde que Pedro Sánchez llegase a La Moncloa, el pasado 1 de junio, después de apear del poder a Mariano Rajoy con una moción de censura. El resultado de la votación sobre el techo de gasto (objetivo de déficit) para el próximo año puede considerarse incluso humillante para el Ejecutivo: sólo 88 votos a favor -los 84 diputados del PSOE y cuatro del PNV-, frente a 173 noes del PP, Ciudadanos, UPN, Bildu, Foro Asturias y Coalición Canaria, así como el diputado de Unidos Podemos Diego Cañamero. Por su parte, se abstuvieron 86 diputados: 66 de Unidos Podemos, los cuatro de Compromís, los nueve de ERC y los siete del PDeCAT.

Pero lo peor no son los números, sino la evidencia de la absoluta soledad en la que se encuentra el Gobierno, que ha sido abandonado por los partidos que lo apoyaron en la moción de censura. El objetivo de déficit que había conseguido negociar en Bruselas la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño, era bueno y permitía una mayor capacidad de gasto de las administraciones para, entre otros asuntos, poder hacer realidad el incremento de las pensiones o la subida del sueldo a los funcionarios. Sin embargo, los teóricos aliados de Sánchez no lo han apoyado con argumentos claramente peregrinos, como el usado por Podemos, que aseguró que el Gobierno socialista ha diseñado el techo de gasto "para conseguir el voto del PP". Los antiguos apoyos de Sánchez no han querido asumir el coste de sostener al Ejecutivo en un asunto que sabía que iba a ser rechazado por el PP en el Senado, donde el principal partido de la oposición tiene mayoría absoluta.

Pedro Sánchez empieza a comprobar lo difícil que le va a resultar gobernar con los escasísimos apoyos de fiar que tiene. Así las cosas, está condenado a una política de gestos que contenten a los nacionalistas y a Podemos, tales como el traslado de los restos de Franco, pero eso no justifica ni mucho menos una acción de Gobierno en un país que sigue teniendo problemas territoriales, sociales y económicos graves. Responsables del Ejecutivo se apresuraron ayer a descartar cualquier posibilidad de adelanto electoral y volvieron a mostrar su intención de agotar la legislatura hasta 2020, pero cada vez parece más lejano este objetivo. Es hora de que Pedro Sánchez empiece a considerar muy seriamente si es el momento de devolverle la palabra a la ciudadanía.

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