El Rey apeló en la pasada Nochebuena al sentido común y a la generosidad de todos para afrontar con garantías de éxito el futuro ante los desafíos que se avecinan. Consciente de que el independentismo catalán constituye un serio conflicto que amenaza la convivencia, don Felipe realizó un claro llamamiento a la unidad de todos los españoles y a la asociación de todos sus intereses para salir de una situación más que delicada. En su tradicional mensaje navideño, recordó que no se pueden romper las reglas del juego unilateralmente, de ahí que se mostrara inflexible a favor del respeto y la convivencia en unos tiempos donde "la intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena no pueden caber en la España de hoy". Aunque no citó el pulso catalán, no quiso pasar por alto que vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad solo conduce a tensiones y "enfrentamientos estériles" que no resuelven nada y, en paralelo, al desastre colectivo, justo de donde ha de huir toda sociedad avanzada.

El Rey puso el acento en que vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia sólo lleva a "enfrentamientos estériles"

A pesar de que ha concluido un año muy duro en lo político, el Rey pasó de puntillas sobre este aspecto y se limitó a recordar que la base del éxito de esta legislatura está sujeta al diálogo y al consenso. Eso sí, se felicitó porque al fin se impuso "la serenidad" y el entendimiento entre los distintos partidos políticos, lo que fue decisivo a la hora de normalizar la actividad política. En este contexto, dio por superada la compleja situación política que ha atravesado España, y a partir de aquí se volcó en destacar los valores de la familia, la solidaridad, y, entre otros, la cohesión, en un discurso en clave muy social. Don Felipe apuntó con sus palabras y desde sus principios a su deseo de mejorar el marco de convivencia desde la tolerancia y no únicamente en el ámbito de la política, sino en cualquier otro terreno social: en el colegio y la universidad, en casa o en el trabajo, en familia, o bien entre los jóvenes y los adultos... El Rey insistió mucho en que el respeto es esencial en esta nueva era donde los valores de la sociedad están sometidos a permanente revisión. Y como en anteriores ocasiones, apostó por el "gran patrimonio común" que es España, forjado por los sentimientos personales y colectivos de afecto, de amistad y de fraternidad de todos aquellos que se proponen construir y no destruir: "Un patrimonio -recordó- que merece el cuidado de todos y que todos debemos ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos, como lo mejor de lo que nos une". Aquí residió la idea principal de su mensaje de Navidad.

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