Que primero hablen los andaluces

Los candidatos deben esforzarse en hablar de los problemas reales de los andaluces y no de hipotéticos pactos poselectorales

En los últimos días, el candidato de Ciudadanos para las próximas elecciones autonómicas andaluzas, Juan Marín, ha insistido en más de una ocasión en su negativa más absoluta a apoyar con sus votos una hipotética investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta. Los partidos tienen derecho a establecer las estrategias electorales que crean convenientes, pero eso no significa que no señalemos lo que nos parece un error de bulto. Sobre todo porque Juan Marín, en vez de estar debatiendo sobre los verdaderos problemas que aquejan a los ciudadanos andaluces, está malgastando sus fuerzas en futuribles. Sería mucho mejor que el candidato de Cs esperase que los electores hablen en las urnas y después, con los resultados en la mano, tome las decisiones que considere oportunas, siempre pensando en el interés de los andaluces, no de las estrategias que su partido ha diseñado en su intento de conquistar la Moncloa. Ningún partido, sea el PSOE, el PP, Cs o Podemos, debería autolimitarse en su capacidad de apoyar a un determinado candidato -por muy alejado que esté de su espectro ideológico- si de esa forma cree que puede dotar a Andalucía de estabilidad y prosperidad. Así lo hizo en el pasado Cs con el pacto de legislatura que firmó con Susana Díaz en 2015, el cual funcionó razonablemente bien, por mucho que ahora, por lógico interés electoral, quieran hacer ver lo contrario. Con su continua insistencia en que no apoyará a la candidata socialista, Marín corta sus alas y, lo que es peor, lastra las posibilidades del futuro juego parlamentario. Lo mismo diríamos si la negativa afectase a un posible pacto con el candidato popular, Juanma Moreno.

Todos los partidos andaluces -que en su totalidad están integrados en estructuras estatales- recibirán en los próximos días numerosas presiones para que acompasen sus estrategias a las de los líderes nacionales ante la inminencia de un ciclo electoral que se promete largo y duro, y que es posible que culmine con unas generales adelantadas. Por tanto, es responsabilidad de estos líderes andaluces, desde la lealtad a sus partidos matrices, defender los intereses de nuestra comunidad autónoma, de cuya población -y de nadie más- es de la que reciben su legitimidad como representantes públicos. Estaría bien que todos los aspirantes a la Presidencia de la Junta se centrasen en analizar los problemas reales de los andaluces y en proponer soluciones. Luego, cuando las urnas hablen, vendrá el momento de analizar las posibles aritméticas.

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