El preocupante panorama de la juventud andaluza

Sin una enseñanza de calidad y sin facilidades para acceder al empleo no puede existir futuro para los más jóvenes

Una sociedad en la que su juventud no tiene el futuro garantizado está condenada a una segura decadencia. No se trata de regalar a las nuevas generaciones lo que otras han conseguido con su sudor, sino de facilitar las oportunidades para que los más jóvenes, con su esfuerzo, puedan construir un mundo en el que realizarse como generación. Una juventud sin oportunidades es un grave problema social, y la andaluza, por los últimos estudios que están saliendo a la luz, carece cada vez más de ellas. Esta semana conocíamos los resultados del ProyectoScopio, una ambiciosa iniciativa que estudia las condiciones de los europeos entre 15 y 29 años; es decir, en la adolescencia y la juventud. En dicho documento se analizan cuestiones tan diversas como el empleo, la educación, los niveles de emancipación, el uso de las nuevas tecnologías, etcétera. Por desgracia, no hay ni que decir que España y, especialmente, Andalucía están a la cola de Europa. No es de extrañar, por ejemplo, que el 29% de la juventud no se haya emancipado cuando conocemos las altísimas tasas de paro juvenil, dato que se acompaña paradójicamente con un también elevado porcentaje de abandono escolar que triplica el de la media europea. Apenas destacamos en salud y en el uso de nuevas tecnologías. Estamos ante un doble desafío: político y social. Por una parte, hay que mejorar tanto la calidad de nuestro sistema de enseñanza -que siempre está a la cola de todos los rankings- como las posibilidades de los jóvenes de acceder a un empleo digno que les permita emanciparse del núcleo familiar. Sin estas dos premisas cualquier debate sobre la juventud será completamente hueco. Sin pan y escuela, como decían los antiguos, es imposible garantizar el futuro. Esta labor debe ser liderada por la Junta de Andalucía, pero debe de implicar a toda la sociedad civil si no queremos que nuestra tierra termine convirtiéndose en un gran geriátrico.

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