La Junta renuncia al déficit cero

Podemos endeudarnos para asegurar el bienestar y la paz social en Andalucía, pero siempre que se haga con contención y se gestione con eficacia

Los principios son importantes en política, pero también lo es la flexibilidad a la hora de aplicarlos. En la gestión de las cosas públicas no hay nada más peligroso que dejarse arrastrar por los apriorismos ideológicos y no saber interpretar la realidad del momento. Por eso no se puede criticar que, en las cuentas de 2021, el Gobierno andaluz haya decidido saltarse su propia ortodoxia presupuestaria de no endeudamiento y asumir el 2,2% de déficit que recomienda el Gobierno de la nación. Por su propia naturaleza de coalición de centro-derecha y por sus compromisos electorales, al actual Ejecutivo autonómico le tocaba ser restrictivo en el gasto e intentar una bajada de impuestos, mientras mayor mejor. Lo contrario hubiese sido una estafa a su electorado. Sin embargo, la pandemia de coronavirus lo ha trastocado todo, entre otras cosas las cuentas de las diferentes administraciones del Estado (central, autonómica y municipal), que han tenido que aumentar considerablemente el gasto público para atender los diferentes frentes abiertos: sanitario, social, laboral, educativo, etcétera. Si la Junta hubiese cerrado los ojos ante esta realidad estaría colocando a Andalucía en una situación muy arriesgada. Ahora bien, los actuales gestores de la autonomía deben ser muy conscientes de que el aumento de la deuda pública siempre es un serio problema a largo plazo. Por lo tanto éste debe ser el mínimo posible. No se trata de escatimar en aquellos apartados que sean imprescindibles para el Estado del Bienestar o la seguridad de los ciudadanos, pero sí de ser austeros en muchos otros que no son imprescindibles. Por desgracia, muchas veces se observa una cierta frivolidad en el uso del dinero público, que se malgasta en proyectos totalmente inútiles o, peor aún, en mantener redes clientelares. También es importante que el dinero se gaste con la mayor eficacia, que se ejecute lo acordado en los presupuestos y que se aprovechen al máximo los fondos europeos. En definitiva, podemos endeudarnos para asegurar el bienestar y la paz social en Andalucía, pero siempre que se haga con contención y se gestione con eficacia.

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