Un golpe con responsables concretos

Ayer quedó claro que no hay marcha atrás en el 'procés'. Tanto desatino en Cataluña no debe quedar impune

Como era previsible, el Parlamento autonómico de Cataluña aprobó ayer una ley para convocar el referéndum de independencia el próximo 1 de octubre, pese a que sus propios letrados y el Tribunal Constitucional (TC)le han advertido en repetidas ocasiones que es absolutamente ilegal. El que una Cámara de representantes se coloque conscientemente fuera de la legalidad y esté dispuesta a vulnerar principios elementales de un Estado de Derecho sólo tiene un nombre: golpe de Estado. Tanto la antigua CiU, ahora PDeCAT, como Esquerra Republicana y la CUP se comportaron ayer como fuerzas antidemocráticas, lo cual debe tener sus consecuencias. Mención especial merece la presidenta de este Parlamento autonómico, Carme Forcadell, cuya parcialidad y partidismo la inhabilitan completamente para seguir ocupando su actual cargo.

Ante la situación generada ayer por el Parlamento catalán hay que garantizar dos cosas: la actuación de la Justicia y la unidad de los partidos políticos democráticos españoles. Aunque el Gobierno y la Fiscalía ya han comenzado a maniobrar para, al menos, inhabilitar a Forcadell, son muchos los ciudadanos que piensan que ha existido una cierta indolencia tanto por el poder ejecutivo como por el judicial a la hora de atajar la acción de algunos políticos separatistas. Esto, evidentemente, debe cambiar y el intento de golpe de Estado de los secesionistas catalanes no debe quedar impune. Es el momento de actuar con las armas de la ley, de forma serena, pero contundente y sin complejos. Los políticos independentistas no pueden seguir riéndose de nuestras instituciones democráticas.

Los soberanistas, con Carles Puigdemont y Oriol Junqueras a la cabeza, no sólo están poniendo en peligro la soberanía española, sino la convivencia pacífica entre los catalanes. Ése es el triste saldo que, por ahora, arroja el llamado procés: una Cataluña fracturada, crispada y empobrecida en la que ya cualquier cosa es posible. La volatilidad de la situación es alta debido a la grave irresponsabilidad de unos políticos catalanistas que han usado sus poltronas no para solucionar los problemas de los ciudadanos, sino para intentar poner en marcha un delirante proyecto secesionista que no respeta las más elementales normas democráticas. Ayer quedó claro que no hay marcha atrás. Tanto desatino no debe quedar impune.

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