La estrategia de Sánchez salta por los aires

La maniobra del Gobierno se desmorona: las comunidades gobernadas por el PSOE tambiénse suman a la bajada de impuestos

Como el resto del continente, España está inmersa en una crisis económica y energética agravada por la guerra de Ucrania. Junto a este factor global, que condiciona la actuación de los gobiernos en cualquier nivel, desde el supraestatal al local, el hecho diferencial español es que se está a las puertas de unas elecciones que en mayo renovarán los gobiernos de 12 comunidades autónomas y de la totalidad de los ayuntamientos y que, de paso, señalarán el camino hacia la Moncloa. En este doble contexto hay que inscribir la carrera de bajadas de impuestos que de pronto monopoliza la actualidad nacional, después de que el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, lanzara el anuncio de que su comunidad deflactaba la tarifa del IRPF y suprimía el Impuesto del Patrimonio para facilitar la llegada de capitales y la inversión productiva que, a su vez, facilitaría la dinamización económica y el aumento de recaudación tributaria. El Gobierno de la nación puso el grito en el cielo y emprendió una campaña de ataque político en la que el presidente andaluz aparecía poco menos que como el adalid de los ricos. Pero, una vez más, el Gobierno midió mal. No sólo fueron algunas comunidades del PP las que se declararon dispuestas a secundar a Andalucía. El fuego lo abrió para el PSOE Valencia anunciando una bajada del IRPF y rompiendo los esquemas con los que se trabajaba en el Ministerio de Hacienda de lo que tocaba era subir impuestos. Pero en la línea abierta por el presidente valenciano, Ximo Puig, se empiezan a situar otras comunidades que gobiernan los socialistas, como Castilla-La Mancha, Aragón, Navarra y Canarias. La estrategia de Pedro Sánchez salta por los aires, evidencia grietas profundas entre la dirección socialista y los barones regionales y, sobre todo, demuestra que en la actual situación económica aliviar la carga fiscal de los ciudadanos no es cuestión de ideología. Es cuestión de responder con medidas lógicas a la amenaza que la inflación supone para la calidad de vida de unos ciudadanos que pronto van a votar.

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