Un desplante que daña la imagen de España

Pedro Sánchez recibió a Juan Guaidó hace un año, pero ahora no. ¿Es Podemos quien ahora condiciona la política exterior de España?

El presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, de gira internacional por varios países, no ha sido recibido por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. En su lugar, ha sido la ministra de Exteriores, como representante del Ejecutivo, la encargada de entrevistarse con el presidente interino venezolano. Guaidó participó el sábado en una concentración en la Puerta del Sol de Madrid y fue recibido oficialmente por el Gobierno de esta comunidad y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, le hizo entrega de la llave de la capital de España. Resulta cuanto menos extraño que Pedro Sánchez no haya querido reunirse con Juan Guaidó en estos momentos, cuando lo hizo hace ahora un año y después de haber sido reconocido por España, como por otros cincuenta países, como el presidente encargado de Venezuela. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Tiene algo que ver la formación del nuevo Gobierno en España, en el que son parte ministros de Unidas Podemos, un partido que siempre ha estado al lado de Nicolás Maduro? ¿Hasta qué punto condiciona la política exterior de España desde ahora un partido como Unidas Podemos? No es normal que un país como el nuestro, con una democracia consolidada y un peso importante en la Unión Europea y en Iberoamérica, tenga estos vaivenes en política exterior. El continente americano es un territorio estratégico para los intereses de muchas empresas españolas y estos posicionamientos no conducen a trasladar una imagen de estabilidad en muchos de sus países. Sería muy grave que España mantuviese una actitud de tibieza ante los evidentes desmanes del régimen bolivariano, que tanto ataca los intereses y la imagen de nuestro país públicamente. Más aún, sería un síntoma de debilidad ante un país que no es precisamente un aliado ni ejemplo de valores democráticos y en el que se sigue encarcelando por disentir, además de condenar a la indigencia a la población por su política antiimperialista. Si el nuevo Gobierno español entiende que debe estar al lado de la democracia en Venezuela, la mejor manera de demostrarlo es apoyar a Juan Guaidó y la transición pacífica en ese país. Poner paños calientes al régimen de Maduro (como el extraño episodio del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, en un avión en Barajas de madrugada con la vicepresidenta de Venezuela) puede resultar muy útil a Pedro Sánchez de cara al acuerdo con los socios que le mantienen en La Moncloa, pero es un alto precio a pagar por España ante una comunidad internacional que en su mayoría ha dicho alto y claro: Nicolás Maduro, no; Juan Guaidó, sí.

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