Una cuestión de medida

Los portavoces de la mayoría gobernante no deberían intervenir siempre en las sesiones parlamentarias de control al presidente

La nueva legislatura ha empezado en el Parlamento de Andalucía con algunos de los defectos de las anteriores. Hay prácticas parlamentarias, deterioradas por su mal uso, que no han mejorado con el cambio de mayoría. En la primera sesión de control al nuevo presidente de la Junta, celebrada el jueves pasado, se produjo una tensa situación cuando el portavoz de Ciudadanos aprovechó su pregunta a Juanma Moreno para atacar a los anteriores gobiernos socialistas. A todos, sin excepción, calificados como "37 años de vergüenza". Esta técnica de arremeter contra la oposición resulta ser un calco de la estrategia habitual del portavoz del PSOE en anteriores legislaturas. Las preguntas al presidente en los plenos se establecieron en la reforma del Reglamento del Parlamento de 1995, cuando presidía la Cámara Diego Valderas, de Izquierda Unida. El artículo 162 recoge que "en cada sesión plenaria podrán tramitarse preguntas de interés general para la comunidad autónoma, dirigidas al presidente o presidenta de la Junta por los presidentes o portavoces de los grupos parlamentarios". En teoría, todos los grupos podrían hacerlas; pero hasta abril de 2010, siendo presidenta del Parlamento la socialista Fuensanta Coves y presidente de la Junta José Antonio Griñán, no se impuso la costumbre de que también preguntase siempre el portavoz socialista. Antes sólo lo hacían los de la oposición. En todos los parlamentos resulta difícil para los miembros de los grupos que apoyan al Gobierno de turno dirigirse a su presidente sin caer en la complacencia excesiva con el Ejecutivo o mostrar una agria displicencia hacia la oposición. Pero la estricta interpretación del texto del Reglamento, el respeto institucional y el sentido común deberían llevar al vocero gubernamental a atenerse a temas de interés general para la comunidad autónoma y no a perpetrar ajustes de cuentas con la oposición. La falta de fineza o habilidad ha acabado degradando estos comportamientos. La nueva mayoría gobernante podría dar ejemplo práctico de su voluntad de cambio renunciando a la intervención permanente de sus portavoces en estas sesiones de control y reservando su participación ocasional a preguntas en las que el presidente resalte compromisos o explique decisiones sobre las que no se interesen sus adversarios. El inicio de un nuevo ciclo político es un buen momento para desterrar hábitos y maneras que el deterioro ha convertido en abuso. Habría que recordar a sus señorías unos versos de Machado, tan de actualidad estos días incluso en los debates de nuestro Parlamento autonómico: "Es el mejor de los buenos, quien sabe que en esta vida todo es cuestión de medida".

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