Un corredor fundamental para el futuro andaluz

De continuar Rajoy con su política, corremos el riesgo de que el Corredor Mediterráneo se convierta en un simple 'corredor levantino'

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó ayer su visita a Cataluña para anunciar una inversión de 667 millones de euros en los tramos del llamado Corredor Mediterráneo a su paso por el antiguo principado, una cantidad que se insertaría dentro de los 4.200 millones que el Estado invertirá en distintas infraestructuras en la región -fundamentalmente ferroviarias- antes de 2020, año en el que, según Rajoy, se pretende que estén finalizados todos los tramos de dicho corredor en suelo catalán.

El llamado Corredor Mediterráneo es una gran infraestructura de doble vía ferroviaria de alta velocidad que pretende vertebrar Europa en su eje norte-sur. Su importancia será decisiva en los próximos años, porque pretende conectar a territorios que acumulan el 54% de la población y el 66% del PIB de la UE. Por tanto, es una buena noticia que el Gobierno de España haya, por fin, decidido dar un empuje definitivo a los tramos catalanes, que suponen la conexión directa con Francia. Aunque es evidente que dicha medida está dentro de la nueva postura del Gobierno de intentar aplacar en lo posible el contencioso con el soberanismo catalán, desmontando el argumento falaz del "España nos roba", no podemos más que ver con buenos ojos cualquier avance en el Corredor Mediterráneo.

Ahora bien, y pese a que los argumentos basados en el agravio suelen enmascarar una cierta impotencia discursiva, no deja de ser llamativo el abandono al que los gobiernos de Mariano Rajoy ha sometido a los tramos del Corredor Mediterráneo a su paso por Andalucía. El dato es demoledor: en los seis años que el líder popular lleva instalado en La Moncloa no se ha invertido realmente ni un solo euro. Especialmente sangrante es el abandono de una infraestructura básica para el desarrollo de la comunidad andaluza y, en especial, del Campo de Gibraltar: el tramo que permite la conexión del Puerto de Algeciras con Bobadilla, lo cual multiplicaría exponencialmente las posibilidades de un puerto que, ya de por sí, es el más importante del sur de Europa.

No nos gustan, decíamos, los argumentos victimistas, de los que tanto han abusado los diferentes nacionalismos periféricos de España, pero el agravio crece cada vez más y corremos el peligro de que el Corredor Mediterráneo se quede, simplemente, en un corredor levantino, con la consiguiente marginación de Andalucía, que no podrá participar de los pingües beneficios que propiciará dicha infraestructura. Evidentemente, esto no es admisible.

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