El clima y el punto de no retorno

España y, en concreto, Andalucía se encuentran en las zonas más expuestas del planeta al cambio climático

Una nueva Cumbre del Clima (COP25) comienza hoy en Madrid y lo mejor que cabe decirse es que se celebra. Hace sólo dos semanas la Organización Meteorológica Mundial confirmó un nuevo récord en la concentración de dióxido de carbono en el aire: hace tres millones de años que la Tierra no contaba con tanto gas invernadero en su atmósfera. El aumento de la temperatura media se viene produciendo desde mediados del siglo XX y es posible que hayamos cruzado ya una línea de no retorno, a partir de la cual se hayan desencadenado una serie de cambios en el clima sin que sea posible restablecer la normalidad de partida, pero sí empeorarlos. Hay que tener en cuenta que las predicciones y balances que realiza el panel internacional de científicos que coordina Naciones Unidas se elaboran bajo criterios conservadores. La Cumbre de Madrid pretende evitar que el aumento medio no sobrepase de los 1,5 grados centígrados, que nunca se llegue a los dos grados, aunque es posible que ya sea inevitable alcanzar los tres. El principal reto de esta conferencia es desarrollar un artículo concreto del Acuerdo de París para crear un mercado mundial de dióxido de carbono, de tal modo que, sin alterar la concentración máxima, los estados puedan intercambiarse las toneladas producidas en función de las necesidades y de los ahorros. Lo de París fue un avance, pero desde entonces Estados Unidos se ha descolgado de los acuerdos y China va a su propio ritmo. Debemos hacer dos consideraciones ante cualquiera que sea el resultado. La primera: en la medida que la concentración de CO2 se incremente, las distorsiones en el clima serán mayores, aumentará la temperatura, las sequías serán más extremas, las borrascas más violentas, el estrés hídrico pondrá en peligro bosques y cosechas y las corrientes oceánicas comenzarán a variar provocando alteraciones drásticas de la atmósfera. Y segunda: España y, en concreto, Andalucía se encuentran en las zonas más expuestas del planeta a la radicalidad de los cambios, por las altas temperaturas que ya se sufren en verano y por la caída del nivel de las precipitaciones. Sí, España debe ser uno de los países más interesados en que la producción de dióxido de carbono, como consecuencia del tráfico y de algunos procesos industriales, se estabilice. Pero es que, además, es necesario que los gobiernos nacional y autonómico adopten medidas inmediatas para aumentar la extensión de las masas forestales -sumideros de dióxido- y garantizar un mejor aprovechamiento de las aguas superficiales.

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