Más que cien días en guerra

El enquistamiento de la invasión de Ucrania está causando un exterminio en el país y problemas de alcance global

Cien días después de que Rusia iniciase una criminal invasión de Ucrania, la guerra no tiene un final en el horizonte. La notable resistencia del pueblo ucraniano ante la agresión rusa descartó pronto una rápida campaña que permitiese el control de Kiev por parte de Moscú, pero no ha impedido que al menos el 20% del territorio original del país invadido -extensión que representa la mitad de Alemania o Italia- no esté ya bajo el yugo de Vladimir Putin y sus tropas. La destrucción y el exterminio de la población civil es en sí misma una tragedia digna de ser encausada en el Tribunal Penal Internacional. La situación para los que de momento han esquivado la muerte no es mejor, la ONU ha alertado que uno de cada tres ucranianos necesita la ayuda humanitaria para sobrevivir por los efectos de la guerra. A lo que hay que unir millones de refugiados que han tenido que huir del país. La escalada bélica está muy lejos de resolverse. No hay visos de acuerdo y la ayuda internacional que recibe Ucrania no está siendo suficiente para propiciar una solución pactada con Rusia, que ya habla como si la propia OTAN fuese la que combate contra las tropas invasoras, pese a que lo sean milicias ucranianas con armas donadas. El conflicto además está causando graves consecuencias globales. A los indudables efectos económicos, con especial mención a una inflación agravada, hay que unir la hambruna que puede causar en países que tenían en las importaciones agrícolas de Ucrania buena parte de sus recursos alimentarios, con África como principal protagonista. La guerra abre un nuevo orden geopolítico y económico. La cumbre de la OTAN en Madrid de este mes debería servir para que se encare de la mejor forma cuanto antes.

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