El caso Nóos y la fortaleza del Estado de Derecho

No era fácil juzgar a una infanta de España, pero se ha hecho justicia y nuestro Estado de Derecho ha funcionado

La sección primera de la Audiencia Provincial de Palma absolvió ayer a la infanta Cristina de Borbón y condenó a su marido, Iñaki Urdangarín, a seis años y tres meses de prisión por el conocido caso Nóos. El que ha sido uno de los juicios que más expectativas ha levantado en la historia reciente de España no ha sido una prueba fácil para nuestro Estado de Derecho. Sus implicaciones políticas eran evidentes, llegando algunos a aprovechar el desconcierto creado para pedir un cambio en el modelo de la Jefatura de Estado. Ayer mismo, tras conocerse la sentencia, hubo políticos que se apresuraron a poner en duda la limpieza de nuestro sistema legal en un auténtico ejercicio de irresponsabilidad. Son los mismos que en su día aseguraron que la Justicia española nunca sentaría en el banquillo a una infanta de España, palabras que luego se revelaron como evidentemente falsas. Para éstos, la Infanta ya estaba condenada antes de que los tribunales hiciesen su trabajo. Simplemente, les movía más un interés político y de desestabilización de las instituciones que un lógico y deseable afán de justicia. La infanta Cristina de Borbón se sentó en el banquillo como una ciudadana más, e incluso sufrió la llamada pena de telediario. Ahora, un tribunal formado por tres juezas de trayectoria intachable la ha absuelto y lo único que se puede hacer es respetar la sentencia y felicitarse de que se haya hecho justicia.

La gran lección que se extrae del juicio por el caso Nóos es que nuestro Estado de Derecho funciona y que podemos confiar en nuestra Justicia. No era fácil juzgar a la hija (después hermana) del Rey, tampoco condenar con penas de cárcel a su marido, pero se ha hecho de una manera intachable, con un alto sentido de la responsabilidad y de profesionalidad teniendo en cuenta la complejidad de algunos de los delitos que se juzgaban. Algunos por intereses políticos y otros por simple morbo hubiesen preferido una condena a Cristina de Borbón, pero la Justicia debe ser igual para todos y la condición de privilegio social de la Infanta no podía suponer de ninguna manera una agravante. El caso Nóos ha sido un elemento más dentro de unos turbulentos años que han puesto al país ante disyuntivas muy difíciles. Ahora, con esta sentencia, que será recurrida, se da carpetazo a un problema que, aunque jurídico, tenía evidentes repercusiones políticas. Lo importante es que se ha hecho justicia y que nuestro Estado de Derecho ha funcionado.

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