Los rebrotes de coronavirus en China y Alemania añaden un punto de inquietud a una desescalada que ya de por sí es complicada y llena de incertidumbres. El más preocupante es el registrado entre los trabajadores de un matadero en la ciudad alemana de Gütersloh, en el oeste del país, que ya ha superado los 650 positivos, desatando la alarma y llevando al distrito a decretar el cierre de escuelas y guarderías. Por su parte, la Comisión Nacional de Salud de China informó ayer de 44 nuevos casos de Covid-19 detectados el pasado martes tras el nuevo brote de coronavirus registrado en el principal mercado de la capital. Si tenemos en cuenta la más que discutible veracidad de las informaciones difundidas por el país asiático durante la pandemia, no sería de extrañar que las cifras fuesen más abultadas de lo confesado por las autoridades chinas.

En cualquier caso, ambos rebrotes nos muestran cuál va a ser nuestra realidad hasta que se descubra definitivamente una vacuna o un tratamiento altamente eficaz contra el coronavirus; una realidad que estará pautada por continuos sobresaltos y rebrotes en aquellos lugares de especial riesgo o en los que, simplemente, se hayan relajado peligrosamente las medidas de seguridad e higiene. Estos episodios registrados en China y Alemania contrasta, además, con una cierta euforia en la población andaluza tras haber superado la parte más dura de la primera oleada del coronavirus. En los últimos días se observa cómo muchas personas no llevan mascarilla por calles donde, claramente, no se puede guardar la medida de seguridad, o acuden despreocupadamente a lugares de ocio (bares, playas, parques...) olvidando las instrucciones más elementales de las autoridades sanitarias.

No hace falta insistir mucho en lo altamente perjudicial que sería para nuestro país un rebrote importante de coronavirus. Aunque ahora estamos lógicamente más preparados para luchar médicamente contra el virus, nuestra economía difícilmente aguantaría un nuevo confinamiento masivo. De hecho, ya ha salido extremadamente debilitada de un estado de alarma que está a punto de finalizar. Por tanto, una vez más, habrá que hacer un llamamiento a la responsabilidad ciudadana, principal arma para derrotar al coronavirus. Si todo el mundo cumple con las medidas de higiene y seguridad, el Covid-19 lo tendrá muy difícil para volver a golpear.