Dos años en los que se definirá el futuro de la UE

El Brexit es una oportunidad para resolver el contencioso de España con Gibraltar

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, ya ha anunciado que el próximo 29 de marzo activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa para que su país abandone la Unión Europea (UE). Es decir, que se iniciarán las conversaciones para que, en dos años como muy tarde, se consume el Brexit votado -guste o no- por la mayoría del pueblo británico en el referéndum del pasado 23 de junio de 2016. No hay que ser muy perspicaces para convenir que los próximos 24 meses serán de vital importancia no sólo para el futuro de la UE -un proyecto que, justo ahora, cumple 60 años-, sino también para el Reino Unido, un país que nunca se sintió moralmente europeo y que si militó una época en las filas de la UE fue más por los beneficios económicos que por su propia convicción.

Respecto al Reino Unido hay voces que vaticinan que, tras el Brexit, vivirá un nuevo esplendor imperial gracias a las conexiones con sus antiguas colonias y a su emancipación de la "dictadura burocrática" de Bruselas. Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario y convertirse en un callejón sin salida que lo arruine económicamente y lo quiebre territorialmente. De hecho, el Gobierno de Escocia ya se ha apresurado a pedir un nuevo referéndum de autodeterminación.

La UE también iniciará un periodo en el que encontrará tanto peligros como oportunidades. La consumación del Brexit, si se une al triunfo en Francia de la extrema derecha euroescéptica y a la ruptura del eje franco-alemán, puede suponer el fin de la Comunidad Europea tal como la concebimos hasta la fecha. Pero también es cierto que el proceso le quita a Europa un socio que, muchas veces, actuaba más como un freno que como un apoyo. Si los países con más peso de la UE consiguen superar este incierto periodo de negociaciones unidos y con un proyecto de futuro, podremos decir que la Unión Europea se consolidará como uno de los bloques internacionales que habrá que seguir teniendo en cuenta en el complicado equilibrio económico y geoestratégico de los próximos tiempos.

En cualquier caso, ambos bloques, el Reino Unido y la UE, deberán hacer un esfuerzo por culminar las negociaciones con sentido común y pragmatismo, intentando salvaguardar en lo posible una relación que aún puede seguir dando importantes beneficios pese al Brexit. Un ejemplo claro de esta necesidad lo tenemos en Gibraltar, una de las incógnitas que habrá que despejar durante estos dos años. El Brexit, en este sentido, es una buena oportunidad para solucionar el contencioso.

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