2016: el año perdido

La estabilidad es ahora una necesidad nacional tras el deterioro sufrido por el sistema democrático español a lo largo de 2016

El Consejo de Ministros de ayer, con el que el Gobierno cierra su actividad de 2016, aprobó los mecanismos necesarios para la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado. Todo un símbolo del año perdido para España que acaba hoy. Ni la política ni los políticos han estado a la altura de las circunstancias y ha sido la fortaleza de la sociedad civil española y el trabajo realizado por el tejido empresarial durante el periodo más duro de la crisis lo que ha permitido que el crecimiento económico haya sido el mayor de la zona euro y que el paro, mal que bien, haya empezado a descender de forma acusada. Pero los once meses de Gobierno en funciones -paralizado, por lo tanto, para cualquier decisión importante- que hemos padecido, el bloqueo político que obligó a acudir a las urnas dos veces en medio año y la crisis del Partido Socialista y de las nuevas fuerzas que se suponían que habían venido a regenerar la vida democrática han configurado un panorama que justifica con creces la baja consideración que tienen los políticos en cuantas encuestas de opinión se han publicado desde hace ya bastante tiempo. Afortunadamente, a primeros del pasado noviembre se logró evitar el disparate de tener que acudir por tercera vez a elecciones gracias al desbloqueo propiciado por los socialistas tras la defenestración de Pedro Sánchez. Se logró entonces formar un Ejecutivo que parece dispuesto a encauzar la gestión del día a día del país. En estos dos últimos meses el cambio en la actitud del PSOE y la obligada, por la falta de mayoría parlamentaria, voluntad negociadora del Partido Popular han permitido una nueva situación en la que los dos grandes partidos, y algunos compromisos importantes a los que han llegado, vuelven a protagonizar la vida política. En este sentido, es importante el anuncio que hizo ayer el presidente, Mariano Rajoy, de que piensa agotar la legislatura. La estabilidad es ahora una necesidad nacional y tanto el Gobierno como la oposición deben ser conscientes de ello. El sistema ha sufrido un serio deterioro a lo largo de 2016 y este es el momento de reconstruir la confianza de los ciudadanos. Ello es también necesario para conjurar la amenaza populista que ha estado presente a lo largo de todo este periodo. 2017 se abre con unas expectativas diferentes y más positivas, que, sin embargo, deben confirmarse. Para ello va ser imprescindible que el PP ahonde en su faceta de partido dispuesto a llegar a acuerdos amplios y que el PSOE resuelva de una vez por toda su crisis de liderazgo y de proyecto, y vuelva a ser una parte esencial de nuestra democracia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios