Zoido inicia una nueva etapa

El relevo de la cúpula de Interior era más que necesario a fin de devolver la confianza de la ciudadanía en la labor de los agentes

Juan Ignacio Zoido se ha deshecho de la vieja guardia del Ministerio del Interior tras verse comprometida con luchas internas, chantajes y filtraciones escandalosas. Sin hacer ruido, el ministro ha relevado a la cúpula policial después de que su predecesor en el cargo, Jorge Fernández, se viese envuelto en escándalos de primer orden por no atreverse a dar este paso tan necesario. Su indecisión fue tan imprudente que sus propios subordinados no dudaron en traicionarlo al contarle a la prensa las conversaciones que el propio Fernández mantenía en su despacho.

Nada más tomar posesión de su cartera, Zoido inició la mudanza al proponer al ex alcalde de Córdoba José Antonio Nieto como su número dos, en sustitución del hasta entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez. El magistrado salmantino José Manuel Holgado se incorporó como nuevo director general de la Guardia Civil; y Germán López Iglesias, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Badajoz y también de su confianza, como director general de la Policía. Al tiempo, fue a Florentino Villabona, el comisario asturiano que asumiría el cargo de director adjunto operativo (DAO) de la Policía Nacional, a quien le encomendaría una tarea muy concreta: hacer limpieza, acabar con la guerra interna que se viene librando en el cuerpo en los últimos años y poner los cimientos de una nueva etapa, sin traiciones que pongan en riesgo investigaciones judiciales ni espionajes en despachos oficiales. El objetivo del ministro no era otro que reinstaurar cuanto antes la confianza del Poder Judicial y de la ciudadanía en general en los agentes, a fin de afianzar los pilares del Estado de Derecho.

La guerra fratricida entre los propios guardianes de la seguridad del país llegó a tal extremo que encerraron a Fernández en su inseguridad al enzarzarse en una batalla por el poder que salpicó hasta al Rey emérito cuando lo vincularon ante la opinión pública con el caso Pujol y su supuesta influencia por librarlo del banquillo. En este contexto y a la vista de que las alcantarillas del Estado destilaban un tufo inaceptable, Zoido se ha tomado su tiempo para no dar pasos en falso en un relevo que tiene que proyectarse con una cúpula policial mucho más transparente en sus actuaciones y fiable a la hora de ofrecer el resultado de su ardua labor. Que Rajoy le encomendara por su condición de juez una tarea tan delicada como precisa no es casualidad, ya que la guerra entre comisarios amenazaba los resortes más básicos del sistema y exigía máxima prudencia y sensatez. Para afrontar tamaño desafío, el ministro ha contado con personal de su absoluta confianza y ahora sólo resta confiar en que sus decisiones den frutos cuanto antes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios