Universitarios

Un informe desvela que los universitarios andaluces son los que tienen mayor problemas en España para encontrar un puesto de trabajo

La universidad andaluza ha iniciado un nuevo curso cargado de incertidumbres por la pandemia del coronavirus. Las restricciones provocadas por el Covid-19 van a complicar en demasía el desarrollo de una labor docente en la que la presencialidad, si no estrictamente necesaria, es un plus en la calidad de enseñanza. La cercanía entre profesor y alumno nunca podrá ser sustituida por la educación on line, aunque es cierto que sin los avances tecnológicos de los que hoy disfrutamos, el actual curso 2020-2021 estaría ya condenado a muerte. Saber compaginar bien ambos extremos, presencialidad y tecnología, será de vital importancia para llevar a buen puerto el año académico. Pero nos equivocaríamos si creyésemos que el coronavirus es el único problema que actualmente tiene la universidad andaluza. Al fin y al cabo, la pandemia pasará tarde o temprano, pero permanecerán otros problemas graves de la educación superior en nuestra comunidad autónoma. Estos días hemos sabido que los universitarios andaluces son los que más dificultades tienen a la hora de encontrar trabajo de toda España, como se destaca en un informe publicado por la Fundación CYD (Fundación Conocimiento y Desarrollo). Estos datos son más preocupantes si tenemos en cuenta que la universidad del sur que mejor resultados arroja en este campo es la Loyola, la única privada que existe. Esto debería llevar al sector público a una seria reflexión más allá de la acostumbrada demagogia de la exaltación de lo estatal frente a lo particular. El problema no tiene vuelta de hoja: nuestros estudiantes tienen problemas graves en el mercado laboral, lo que lastra de una manera significativa su inserción en la vida adulta y genera un fondo de precariedad y malestar. Hay que tomárselo muy en serio y aplicar medidas cuanto antes si no queremos acostumbrarnos a ver salir a nuestras mejores cabezas rumbo a otros territorios o países que le ofrezcan la posibilidad de un futuro. Una universidad no es una agencia de empleo, pero si no sirve para que sus egresados, entre otras muchas cosas, puedan encontrar un trabajo digno, estará definitivamente muerta.

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