Poner fin a las "élites extractivas"

En España han proliferado aquellos que se han aprovechado de su posición privilegiada para enriquecerse hasta límites obscenos

El caso Nóos y el de las tarjetas black tienen un importante denominador común: ambos están protagonizados por miembros de las élites políticas, económicas y sociales que se suponía que tenían que ser la vanguardia del país y velar por los intereses de todos los ciudadanos. Sin embargo, y según ya han establecido los tribunales, personalidades como el marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarín, o el ex vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato dedicaron parte de sus afanes y desvelos no al progreso de la nación, sino al enriquecimiento personal hasta extremos que rozan lo obsceno. Ambos -por no hablar de otros como Miguel Blesa o Jaume Matas- forman parte de eso que el economista turco Daron Acemoglu ha denominado con acierto como "élites extractivas", auténticos parásitos que distraen importantes cantidades de recursos públicos y privados y que se llegan a convertir en serios obstáculos para el desarrollo económico y moral de las sociedades.

Si en los últimos días hemos desayunado con sentencias condenatorias a personajes que hasta hace poco estaban en lo más alto de la pirámide social española es porque nuestro país, sin llegar al extremo de otros, ha sido víctima de alguna manera de estas élites extractivas. Durante los años de la prosperidad del boom todo quedó anestesiado y tapado por la prosperidad general de los ciudadanos, pero con la llegada de la crisis y la depauperación de las clases medias todo cambió. Fenómenos como el 15-M y su posterior mutación política en Podemos no hubiesen sido posibles sin la sensación general de que estas élites se habían aprovechado temerariamente de la riqueza nacional. Sin embargo, podemos decir que la Justicia ha funcionado y, hoy por hoy, muchos de los que se aprovecharon de su posición para medrar económicamente están sufriendo condenas que, tarde o temprano, los llevarán a la cárcel. Tal es el caso de Urdangarín y Rato.

El nuevo ciclo político que se ha abierto en España tras las últimas elecciones generales tiene que tener entre sus objetivos principales acabar con las "élites extractivas". Hoy en día, los principales economistas coinciden en que unas instituciones sanas y bien controladas son la base del crecimiento económico de las naciones, incluso mucho más que otros factores puramente económicos. No se trata de perseguir el enriquecimiento de las personas gracias a su trabajo e inteligencia, sino de todo lo contrario, de evitar que proliferen aquellos que lo hacen sin ejercitar ninguna de estas dos virtudes.

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