Cuando Juan Carlos I paró el golpe

Aunque el monarca ya había demostrado su compromiso con la democracia, de la que fue impulsor, aquel 23-F dejó claro que nada torcería otra vez la historia de España

Se cumplen hoy cuarenta años del intento del golpe de Estado del 23-F, quizás el momento más complicado de la corta historia de la democracia española. Aquel día, los españoles vieron con una mezcla de temor y vergüenza cómo el Congreso de los Diputados era asaltado por un grupo de guardias civiles y cómo los tanques recorrían las calles de Valencia. Por unas pocas horas, el fantasma de la discordia civil volvió a aflorar y muchos creyeron que, una vez más, la historia de España se escribiría en clave de fracaso. Sobre el 23-F se ha escrito mucho y no siempre con rigor y acierto. De hecho, todavía queda el rescoldo de algunas teorías conspiranoicas que intentan convencernos de que la verdad sobre el golpe quedó oculta en las cloacas de la historia. Sin embargo, los más rigurosos historiadores ya han desvelado y publicado las claves de un episodio que fue más chapucero e improvisado de los que muchos quieren hacer creer. Aun así, el 23-F fue un momento sumamente complicado en el que la democratización de España podría haber naufragado. Los hechos los carga el diablo y cuando se sacan los tanques a la calle todo puede suceder. Nadie con rigor niega que fue el rey Juan Carlos I quien, con su discurso televisivo, frenó definitivamente la intentona. Sin la condena tajante a los golpistas por parte del monarca todo hubiese tomado otros derroteros menos halagüeños. Aunque el monarca ya había demostrado sobradamente su compromiso con la democracia y la Constitución (de la que fue su principal impulsor), aquella noche dejó muy claro que nada ni nadie iba a hacer torcer el camino que había tomado la sociedad española. Hoy, el mismo Rey que paró el golpe no estará presente en los actos que conmemorarán la efemérides por las razones de todos conocidas. Pero independientemente de los reproches que pueda merecer o no el monarca por hechos posteriores al 23-F, nadie le puede negar aquel momento de grandeza histórica. Mucho menos los que protagonizaron o justifican la última gran agresión que ha sufrido la democracia española. Nos referimos, claro está, al procés.

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