Infraestructuras, gota a gota

Al Gobierno central le pesa la falta de compromiso con Andalucía en materia de infraestructuras

El nuevo plan de infraestructuras de la Junta, el llamado Pista, apenas aporta una recuperación de aquellos proyectos que se quedaron colgados a cuenta de la crisis y de los recortes presupuestarios. La Consejería de Fomento apenas dispone de 1.300 millones de euros de ahora hasta 2020, lo que da 260 millones de euros anuales. Algo es algo. Es lo máximo que se puede decir. No nos vamos a rasgar las vestiduras si admitimos que el Gobierno andaluz tiene un objetivo de equilibrio presupuestario que no debe romper y que hay otros departamentos, como educación y salud, con las costuras reventadas. La partida de los ingresos por la vía de los impuestos está agotada, no caben más subidas, puesto que Andalucía soporta la mayor presión fiscal del país. Ahora bien, cabe hacer varias consideraciones. Algunos de los proyectos de tranvías se han revelado como equivocados. El tranvía de la bahía de Cádiz, que se ha quedado en una conexión entre Chiclana y San Fernando aún no abierta, formaba parte del ideario de la sostenibilidad insostenible: pensemos que el presupuesto del nuevo puente se disparó porque la Junta obligó al Gobierno central a que se dejase un carril -plataforma- para que este futuro tren cerrase el anillo. Hoy no queda más remedio que finalizar el tranvía, pero es imprescindible que pueda rodar por las vías de Adif, es necesario el acuerdo con el Ministerio de Fomento. Madrid y la Junta deben entenderse en varias infraestructuras elementales; no vamos a pedir un alta velocidad para cada población, pero es incomprensible que Sevilla sólo cuente con una línea de metro. La ciudad necesita que de inmediato se retome el proyecto, sea con el Estado o con otros organismos. Al Gobierno central le pesa su falta de compromiso con Andalucía en materia de infraestructuras. No se concibe lo que está ocurriendo en Granada, donde ya se acumula más de un año sin salidas ni llegadas de trenes a cuenta de las obras del AVE. Ni se concibe lo de Algeciras, donde el Gobierno central prefiere paliar la presión del Levante español antes que promocionar uno de los puertos mejor situados de Europa y del Mediterráneo. En el Congreso ha dejado de existir el lobby andaluz, esa suerte de alianza entre partidos no escrita que conseguía de los gobiernos algunas concesiones para la comunidad. No se entiende lo de Algeciras ni lo de Granada, o lo de Sevilla, mientras se hacen cálculos para beneficiar en el nuevo presupuesto a las reclamaciones vascas y catalanas. Sobre nosotros, sólo la duda de que, además, se puede prorrogar el peaje de la AP-4.

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