Formar Gobierno, una obligación de Estado

La primera tarea de los nuevos electos es pactar un Ejecutivo, incluso para quien cree que el elector le puso en la oposición

En menos de una semana se cumplirán dos meses desde que los españoles eligieron unas nuevas Cortes Generales. Congreso y Senado llevan ya un mes constituidos con los nuevos representantes electos, pero la primera tarea que debe acometer la Cámara Baja -investir a un presidente del Gobierno y designar éste a su Ejecutivo- sigue sin fraguarse. La fragmentación política que, desde 2015, ha cambiado la estructura partidaria de nuestra democracia ha implantado una exasperante ralentización de esa obligación. Porque parece que se olvida que los representantes políticos están obligados a hacer su trabajo: pactar y formar Gobierno. Y superado el solsticio de junio parece imprescindible exigir que España tenga ya un Ejecutivo que refleje el resultado de las urnas del pasado 28 de abril. España necesita un Gobierno eficaz. Cuanto antes. Y preferiblemente de corte moderado. Frente a las políticas de veto, se impone la necesidad del pacto, la aceptación democrática del resultado -por difícil que resulte configurar mayorías estables-, y por tanto, la investidura. La Constitución no marca un plazo para celebrar la sesión en la que el candidato propuesto por el Rey solicite la confianza al Congreso de los Diputados, porque lo lógico es hacerlo en pocos días. Han pasado más de dos semanas de la propuesta de Felipe VI y el Pleno de investidura sigue sin fecha, y ya se prevé para julio. No será hasta que se vote cuando comience a contar el plazo de dos meses que obligaría a repetir las elecciones si en ese tiempo nadie es investido. La sola idea de que hubiese que votar de nuevo en noviembre produce tal rechazo que España no debería ni planteársela, por más que algunos movimientos políticos -en Navarra o Canarias, por ejemplo- la acrecienten por los vetos cruzados. No podemos repetir el error de 2016. España no puede perder más tiempo ni sumirse en una campaña electoral sin fin. Dotarnos de un Gobierno es una obligación de Estado, también para quienes consideran que el elector situó a sus partidos en la oposición.

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