Explorar el pacto de la moderación

Sánchez y Rivera pueden y deben explorar las posibilidades de un cambio. Pero ambos deben cambiar radicalmente de actitud

Los ciudadanos fueron testigos ayer del fracaso de las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos para investir a Pedro Sánchez como presidente y formar un "Gobierno progresista", fórmula tras la que se escondía el desembarco de una formación populista en el Consejo de Ministros. Lo que sin duda se puede considerar como un fracaso de Pedro Sánchez, que sigue debiendo su sillón presidencial a una moción de censura, no deja de ser, también, una oportunidad para explorar, esta vez de forma seria y sincera, un pacto con formaciones más moderadas, como Ciudadanos. De haber prosperado la investidura de ayer, Pedro Sánchez no sólo tendría que haber contado con ministros de los que le separaba un abismo ideológico y de cuya lealtad no se hubiese podido fiar, sino que también cargaría con el estigma de haber contado con el apoyo de formaciones como ERC (un partido que ha intentado liquidar la soberanía nacional) o Bildu (que todavía es incapaz de algo tan sencillo para un demócrata como es la condena sin paliativos al terrorismo etarra). Nada de esto hubiese sido bueno para el prestigio del Gobierno de España.

Pedro Sánchez, como decíamos, tiene ahora la oportunidad de intentar una investidura en septiembre explorando las posibilidades de un pacto con Ciudadanos, algo que evidentemente no es fácil. Sobre todo porque ha sido la propia formación de Albert Rivera, en su estrategia de derechización, la que ha repetido por activa y por pasiva su negativa a colaborar con el PSOE. La dura intervención de Rivera ayer en el Congreso no ayuda, precisamente, a este camino. Pero en política las cosas cambian rápido y, si se quiere evitar una repetición electoral, no quedan muchas más opciones. Sin embargo, para que se pueda dar este pacto hace falta que tanto Sánchez como Rivera cambien radicalmente de actitud y muevan pieza. El primero, haciendo propuestas en sintonía con el programa electoral de Ciudadanos, algo que no es difícil. A estas alturas, Sánchez ya debería saber que ningún partido le va a regalar el apoyo de forma gratuita. Por su parte, Rivera debe abandonar la sobreactuación y su crítica visceral a todo lo que huela a PSOE. En Andalucía fuimos testigos de cómo un pacto entre los dos partidos no sólo fue posible, sino que se desarrolló razonablemente bien, aportando estabilidad a la región. No sería muy difícil repetirlo a escala nacional. Sólo hace falta buena voluntad, pero quizás es esto lo que falta en la política nacional.

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