Una España en permanente campaña

Es importante que los partidos con sentido de la responsabilidad y del Estado pongan fin de una vez a la continua crispación política

Desde las elecciones generales de 2015, España vive en permanente campaña electoral, lo cual está provocando un enrarecimiento del ambiente político y una crispación en la ciudadanía cuya deriva no sabemos muy bien a dónde nos puede llevar. Tanto la crisis económica como el procés catalán han sido cargas de profundidad en la convivencia nacional. La primera, porque ha aumentado considerablemente la desigualdad, tanto entre las clases sociales como entre las generaciones. Hoy por hoy, la juventud apenas tiene horizontes vitales, condenada a unas condiciones laborales precarias que apenas le permiten iniciar un proyecto de vida que, hasta hace poco, estaba al alcance de cualquier trabajador (una familia, vivienda propia, etcétera). Por su parte, el órdago independentista ha desquiciado la vida política española de una manera alarmante. Buena parte de las trifulcas entre los partidos sistémicos se deben al conflicto catalán. Sin embargo, tanto la crisis como el procés serían más llevaderos si la clase política abandonase este estado permanente de campaña, si se sentase en serio a hablar y a buscar soluciones a los muchos problemas que tiene el país.

Este permanente envenenamiento de la política española está impidiendo que los representantes de los ciudadanos se centren en los verdaderos problemas. Así, vemos cuestiones de gran importancia para la vida de las personas (como el futuro de las pensiones) que aún están sin resolver debido al estado de crispación habitual. Nadie duda de que la cuestión catalana es sumamente importante, pero tampoco de que también lo es cómo el Estado garantizará a los futuros pensionistas una vida digna.

Las recientes declaraciones del papa Francisco de que no vendría a España hasta que "haya paz" han generado un lógico malestar entre algunos sectores políticos y sociales, pero sirven para que nos demos cuenta de la imagen que está dando el país como comunidad en continua convulsión y enfrentamiento. Desde hace tiempo, da la sensación de que la política va por un lado y la sociedad por otro. Por eso es necesario que los partidos con sentido de la responsabilidad y del Estado pongan freno de una vez a esta deriva. Es cierto que esto no será posible hasta que acabe el actual ciclo electoral, pero una vez que se consuma la jornada del 26 de mayo los políticos deberían empezar a trabajar juntos en la búsqueda de soluciones para los problemas y abandonar la campaña electoral hasta dentro de cuatro años.

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