Nativos y turistas se aglomeran en las cercanías de Reikiavik para contemplar fascinados los ríos de lava y magma incandescente que fluyen de una grieta en la ladera del monte Fragradalsfjall. Islandia, una isla cerca del Círculo Polar Ártico, es el paraíso de geólogos y vulcanólogos. Se extiende sobre una caldera magmática en la dorsal mesoatlántica, una fisura en el fondo del océano en la zona de contacto entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana. Tan especial ubicación ha propiciado la existencia de más de 200 volcanes (32 de ellos activos) en una superficie equivalente a la cuarta parte de la Península Ibérica. Los islandeses están familiarizados con erupciones y terremotos, habiendo ocurrido su episodio más catastrófico en 1783 cuando el volcán "Laki" mató a la mitad de la población local e indirectamente a 6 millones de personas por la hambruna que provocó en el mundo su nube de cenizas. Mi relación con Islandia y sus volcanes viene de lejos ya que son indirectos protagonistas del primer libro que me fascinó e hizo que me enamorase para siempre de la lectura: "Viaje al centro de la Tierra" de Julio Verne. "Desciende al cráter del Yogul de Sneffells que la sombra del Scartaris acaricia antes de las calendas de Julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la Tierra como he llegado yo". Este era el mensaje secreto que descifraron el joven Axel y su tío el profesor de mineralogía Otto Lidenbrock en un viejo pergamino de origen rúnico oculto en un libro y en el que el alquimista islandés Arne Saknussemm revelaba como llegar al centro del planeta. Siguiendo sus indicaciones el profesor, Axel y Hans, un guía islandés, descienden al cráter del extinto volcán y se internan por la chimenea señalada por el alquimista para vivir innumerables aventuras en su búsqueda de las entrañas de la tierra y terminar, por fin, volviendo a la superficie a través de otro volcán, el Stromboli. Julio Verne tuvo la habilidad de hacer literatura científica a la vez que entretenida y sus novelas nos encandilaron con esa mezcla de aventura y divulgación. Después del "Viaje al centro de la Tierra" leí con la misma delectación: "Miguel Strogoff", "20.000 leguas de viaje submarino", "La vuelta al mundo en ochenta días", "De la tierra a la luna" … y disfruté también mucho con las versiones cinematográficas que se hicieron de casi todas sus novelas. Sin embargo, no fue el cine sino la música la que volvió a proporcionarme un gran placer con "Journey to the Center of the Earth" una de las más ambiciosas aventuras del "rock sinfónico" creada en 1974 por el mago de los teclados Rick Wakeman. El disco grabado en directo en el "Royal Festival Hall" con el propio Wakeman tocando Moog, Mellotron, Piano Rhodes y Clavinet, la "Londres Symphony Orchestra", el "English Chamber Choir", un grupo de rock y un narrador (el actor David Hemmings) sigue, 45 años después, maravillando a quienes lo escuchan tanto como el libro de Julio Verne.

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