Las vísperas de Tosantos

La inteligencia y la razón se topan con la imposibilidad de explicar si hay algo más allá y de qué se trata

En gadita y después de unas cuantas adaptaciones y contracciones, "halloween" quiere decir "vísperas de los Tosantos". Ni más ni menos. Como sucede con la palabra inglesa "bingo", que hace referencia al viejísimo juego español de la lotería, "halloween" ha deshabilitado la referencia a la expresión "noche de Todos los Santos". Y para más inri, el "All Hallows's Eve" de antes de contraerse en "halloween", era una fiesta celta -la noche de Samhain (en gaélico, "el final del verano)- que probablemente ya se celebraba en España en los siglos VI o VII antes de Cristo. Es decir, unos mil años antes del descubrimiento del continente americano, que acoge esta celebración, llevada allí por los inmigrantes irlandeses, de la recogida de la cosecha en pleno otoño, después del verano y antes de los fríos del invierno. Es una fiesta pagana que, no obstante, juega al escondite con el sentimiento religioso. Bien sabemos los españoles, y no sólo los españoles; y, aún mejor, los andaluces; que no es dibujable con la deseable precisión, la línea que separa lo pagano de lo religioso. Nuestra Semana Santa, sin ir más lejos, es un espectáculo en el que se funde el sentimiento religioso con la adoración pagana de las imágenes, que pierden a instantes su carácter de advocación para significarse por sí mismas.

Los celtas, y sus herederos, los pueblos célticos del Medioevo, completaban la ceremonia de recogida de los frutos de la Tierra, con una especie de inmersión en las tinieblas que, en clave de misterio, separan la vida de la muerte. Era el momento de recordar a los que se fueron, a los que mantienen su rastro espiritual habitando el corazón de sus seres queridos. Algo se va, y queda la envoltura.

La inteligencia y la razón se topan con la imposibilidad de explicar si hay algo más allá y de qué se trata. Porque la muerte es vida hasta el instante preciso de su término, y tal vez sea el comienzo de alguna otra cosa. En esa duda reside el fundamento de todo lo que es constructo de la naturaleza humana, de todo lo que emana del pensamiento y de la creatividad, de la filosofía, de las ciencias, del arte. Porque si supiéramos lo que sucede cuando nos vamos, todas las incógnitas quedarían despejadas y la vida perdería mucho interés. Porque la vida ya no conduciría a nada que demandara una explicación. Piénsalo amigo en estos días, en el bullicio en paz, lleno de silencios, de los cementerios.

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