Juan Carlos Moral Navarro

Viernes Santo en La Línea de la Concepción

Se hace firme el levante por el barrio de la Atunara cuando el reloj se clava a las cinco de la tarde, en ese instante se abren las puertas de la Iglesia del Carmen, y la Reina de los mares ve pasar a su hijo clavado en una cruz, el mismo que tiende entre sus brazos. El barrio de la Atunara vive con fervor el Viernes Santo, es un día de recogimiento, el barrio añora todo el año a su Cristo, espera impaciente su pasear malagueño por las calles de La Línea. Su madre por segundo año consecutivo posesionará en unas andas acompañándolo en su caminar por las calles de la Ciudad, repartirá Esperanza para todos y dará luz a aquel que la necesite.

Entre poniente y levante lo llevan, y tras los sones cofrades del barrio de la Atunara, nos paramos en la barriada de San Bernardo, María Santísima de la Esperanza, reconocidamente reina de la ciudad de La Línea, realizará estación de penitencia al Santuario Patronal de la Inmaculada Concepción. Ella, junto a su hijo que pide agua en el monte Calvario alzado en Sierra Morena, pedirán y rezarán por este barrio bueno que necesita luz y amor para todas sus familias. En los ojos de la Esperanza veréis reflejado al barrio, sus lágrimas será por ellos, en su rosario llevará plegarias y ave marías, entre callejuelas el incienso perfumará sus calles y plazoletas, sus manos soportarán todo el peso, su palio el cielo eterno y el amanecer diario de esta tierra.

Cuando el reloj marca las 19:00, se abren las puertas del Santuario de la Inmaculada Concepción, la quietud y el silencio se apoderan de las calles céntricas de la ciudad de La Línea, el sol tímidamente se va escondiendo entre la sierra y asoma por la puerta Nuestro Padre Jesús, yacente y sin vida, su cuerpo inerte espera la resurrección, La Línea llora la pena porque Dios hecho hombre descasa en el sepulcro. Tras él, la callada, una de las imágenes más antiguas de nuestra Semana Santa, Nuestra Señora en su Soledad será acompañada en su paso por el madero que portó al Señor durante su pasión, ella abraza la cruz en signo de duelo, y de negro viste a sus hermanos nazarenos para velar a su hijo.

El viernes Santo es tiempo de recogimiento, tras el paso de las diferentes cofradías por la carrera oficial, la última de las que forman la nómina de nuestra Semana Mayor discurre por las calle del centro de la ciudad. La Hermandad de la Amargura, cofradía señera de La Línea de la Concepción, marca el fin de la preciosa historia de amor que este pueblo escribe con Jesús y su Bendita Madre.

Tras tramos de nazarenos revestidos de rojo por la sangre del señor y negro por el luto de su muerte, aparece Jesús en el madero, yace sin vida después de su último suspiro esperando la bajada de la cruz para ser llevado al sepulcro, su rostro y cuerpo inerte descansa en paz y con rostro sereno nos muestra la paz tras todo lo sufrido. Su Madre, María Santísima de la Amargura, titular de esta Sacramental y Real Hermandad, fue realizada magistralmente por el imaginero de Alcalá de Guadaira, Manuel Pineda Calderón. Las noches de viernes Santo, su palio inunda de amor cofrade y de plegarias las calles del centro de La Línea, desde el Santuario de la Patrona, la Inmaculada Concepción, saldrá esta bendita Hermandad linense, y con los magníficos sones de la Banda Municipal de La Línea, se entonará amarguras en el atrio de la Iglesia como colofón para cerrar la semana santa Linense.

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