Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Un vecino molesto

Con Marruecos hay que aprender a conllevarse porque estamos condenados a no entendernos

Hay pocas cosas más incómodas que un vecino molesto empeñado en complicarnos la vida. Si ha pasado alguna vez por la experiencia sabrá de lo que le hablo y habrá comprobado que se adopte con él la actitud que se adopte, no tiene solución. Hay que aprender a convivir alternando etapas de tensión con otras más relajadas. A España le ha tocado un vecino de abajo molestísimo, un auténtico coñazo, que se empeña en vernos como su enemigo y que constantemente está pensando artimañas para hacernos la vida imposible. Y, aunque a veces nos ponga buenas caras, no deja de pensar ni un solo momento que le hemos ocupado unos cuantos metros cuadrados de su terraza.

Con Marruecos -como dijo Ortega de Cataluña- hay que conllevarse porque estamos condenados a no entendernos. Ahora lo hemos hecho con la segunda entrega del antiguo Sahara español. La primera la hicieron, en plena agonía del dictador, el entonces presidente Carlos Arias, el de "españoles Franco ha muerto...", y su ministro José Solís, al que apodaban La sonrisa del Régimen. La Historia vuelve a demostrar que es circular. La de ahora se venía venir después de que Estados Unidos, Alemania y Francia impusieran dosis de realismo a un problema sin más solución que darle a Marruecos lo que desde hace medio siglo hizo suyo después de que España se largase de allí.

Pero aun así no hay que olvidar algunas cosas que conviene tener muy en cuenta. Por ejemplo, que la cesión de Sánchez ante Mohamed VI supone arriar una bandera que se había mantenido izada por casi medio siglo y que contaba en España con un amplio apoyo político y social. Eso no sale gratis. También es necesario subrayar que, en la carta del presidente español al rey de Marruecos, cuyo contenido textual no se conoció hasta ayer, no hay la más mínima alusión a que Rabat dejará de dar la lata, cuando le venga y le convenga, con Ceuta, Melilla o incluso con Canarias. Es decir que la principal contrapartida que habría tenido el reconocimiento de que al sur de Tarfaya todo es Marruecos no está en ningún sitio más allá que en las fantasías de Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores.

Dicho en otras palabras, que el pesado de nuestro vecino se ha salido con la suya en la última reunión de la junta de comunidad, pero nada nos garantiza que en la próxima no vuelva a darnos la lata porque nunca estará contento. Y así para siempre jamás. Qué pesadez.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios