Ninguna asignatura quedará suspensa hasta septiembre. La recuperación será en julio y, en su caso, tras los exámenes de febrero. Más de una década después de que la Conferencia de Rectores de España iniciara el debate para unificar un calendario docente, que incluía la supresión de la convocatoria extraordinaria de septiembre, sólo la Universidad de Cádiz defiende en Andalucía el modelo anterior. Las últimas en sumarse al camino que abriera en 2010 la Pablo Olavide serán las de Sevilla, Málaga y Huelva, varias de ellas con un proceso gradual de transición ya iniciado hasta que sea obligatorio para todos los estudios en el curso 2023. A favor de esta fórmula, la necesidad de homologar las fechas para adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior y facilitar así la movilidad de los estudiantes en ambas direcciones. Los expertos defienden que los cambios, además, han contribuido a mejorar en cinco o más puntos el porcentaje del rendimiento académico en los centros donde está ya se han implantado. Incluso desde el aspecto psicológico supone un alivio para los estudiantes adelantar a julio las tradicionales pruebas de septiembre para permitir la desconexión durante al menos un mes. Pero también son visibles los inconvenientes. Celebrar las convocatorias extraordinarias apenas unos días después de la ordinaria, al finalizar cada semestre, ofrece muy poco margen de tiempo para rectificar una mala preparación. A esa opción de disponer de al menos mes y medio para presentarse a una segunda oportunidad se acoge Cádiz para no romper las amarras. También a la dificultad de que los alumnos encuentren alojamiento en la temporada alta de verano debido a la demanda turística. El ajuste incluye además el adelanto del inicio del año académico. Un problema que se extiende a otras zonas costeras. Pero ir a contracorriente no será la mejor salida para afrontar las dificultades. Las recuperaciones en septiembre formarán parte del pasado en poco tiempo.