Hace algunos días pudimos de ver de nuevo publicadas varias noticias en torno a proyectos de enlace fijo por el estrecho de Gibraltar. En primer lugar, los responsables de la Sociedad Española de Estudios para la Comunicación Fija a través del Estrecho de Gibraltar se han venido reuniendo con los agentes sociales y políticos de la comarca, el último de ellos el alcalde de San Roque, para explicarles el estado de los estudios y buscar la implicación de la población. Las noticias, cargadas de optimismo, apuntan a que la infraestructura, que permitiría el paso por ferrocarril, fibra óptica y tendido eléctrico, podría ejecutarse entre las décadas de 2030 y 2040.

En segundo lugar, Europa Sur también recogió la noticia de un proyecto de túnel entre Gibraltar y Marruecos en el marco de la mejora en las relaciones diplomáticas entre Marruecos y Reino Unido en el contexto del Brexit.

Pues bien, ambos proyectos presentan interrogantes y cuestiones de interés que ponen en cuestión la viabilidad futura de estos ambiciosos planes. Y no nos estamos refiriendo a los muchos problemas técnicos y financieros de ambas infraestructuras.

Empecemos por el segundo. Es mi opinión que ninguna conexión con Marruecos será viable con Gibraltar sin definir con precesión el estatuto futuro de relaciones jurídicas con la UE. En caso de que se alcance el acuerdo cuyas líneas y principios se anunciaron el último día de 2020, el proyecto del túnel es absolutamente inviable sin la autorización de España como Estado responsable del control de fronteras Schengen en el territorio.

En relación con el proyecto entre España y Marruecos en el que se han destinado importantes recursos financieros de varios ministerios, surgen dudas sobre su conveniencia geoestratégica por motivos relativos al control del estrecho, inmigración, lucha contra el terrorismo, impacto en el comercio y agricultura española, etc. No obstante, una cuestión clave es, si se termina esa obra en los plazos señalados, cómo se canalizaría el flujo de personas, mercancías, y vehículos si en el lado español las infraestructuras ferroviarias decimonónicas son absolutamente inadecuadas a fecha de hoy y no hay una planificación seria, rigurosa y creíble de modernización.

Obviamente este proyecto beneficiaría enormemente a Marruecos, que ya ha hecho en gran parte los deberes, pero crearía un intransitable cuello de botella en el lado español. Mi humilde planteamiento es: ¿No sería más sensato y práctico en vez de enterrar tantos millones de euros en el proyecto de túnel, emplear los recursos para el desarrollo ferroviario y de infraestructuras que conecte el Campo de Gibraltar con las redes europeas? Desde el profundo sur, necesitamos salir de conexiones del siglo XIX y acercarnos, aunque sea algo, al siglo XXI. Después, que vengan los túneles.

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