Hubo un tiempo, en la segunda mitad del siglo pasado, en que la principal comunicación ferroviaria de Algeciras con Madrid la realizaba un expreso nocturno. Todavía la Renfe no se había atomizado en unidades de negocio y era responsable de trenes y vías. Los ferroviarios, mi familia al completo lo era, llamaban al convoy, el "tren de los moros". La expresión tenía dos connotaciones, una física porque ese tren era el camino natural de salida de los magrebíes que recalaban en la península y por lo tanto eran mayoría en los vagones, y otra peyorativa y racista que estimaba que la falta de educación e higiene de los viajeros, dejaba los coches hechos un asco, en cada viaje. Consecuencia directa de ello, era que el peor material ferroviario se destinaba a Algeciras. El trayecto, doy fe de ello, era soportable si viajabas en coche-cama y así se te hacían más ligeras el montón de horas que se tardaba en llegar a Madrid. Si lo hacías en otra clase, llegabas a Atocha buscando un fisioterapeuta, para tu espalda.

Ha pasado el tiempo y aunque se ha mejorado, a paso de tortuga, seguimos teniendo uno de los peores trenes de España. Se ha producido en el Campo de Gibraltar un desarrollo industrial y portuario relevante, contando además con el obstáculo de la ausencia de unas comunicaciones a la altura del esfuerzo realizado. Llevamos décadas implorando de los poderes públicos que se aborde el problema del transporte, que está cercenando nuestro progreso y dando alas a nuestros competidores en otras zonas del país. Europa y el gobierno piensan que debemos resignarnos a ser una nuevo Calais al sur, con campamentos infames de inmigrantes y gente buscándose la vida en ilícitos como el contrabando y el narcotráfico. Si no me creen, reflexionen sobre qué tratan los informativos en televisión, cuando hablan de nuestra comarca. Para colmo, Adif y Renfe siguen considerando que Marruecos, comienza en Bobadilla. Como los extremeños, envidia me dan, se han manifestado en Madrid y mantienen las movilizaciones, les han mejorado los trenes, y los anteriores que hasta tienen el cinismo de declarar que son defectuosos, ¿a dónde creen que los van a mandar?: al "tren de la vergüenza". Ya pueden Manuel Morón o Juan María de la Cuesta, entre otros, clamar en el desierto, como los antiguos profetas. Merecen un monumento. Tenemos lo que nos merecemos, por indolentes y ahora además el temporal nos ha dejado sin vías y por tanto sin tren. ¿Hasta cuando?

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