Hace un mes, se celebraron los exámenes para cubrir las plazas de M.I.R. (Médicos Internos Residentes), ya se conocen las notas y los aspirantes están esperando para optar, según la puntuación obtenida, a la especialidad y el lugar donde podrán seguir formándose. En esta ocasión, acudieron un total de 16.176 licenciados en Medicina para cubrir 7.512 plazas. Con esta proporción, lógicamente, miles de licenciados no obtendrán plaza de futuros especialistas y se enfrentan a un futuro incierto. Sólo la vocación hace que alguien, se pase diez años de su vida preparándose, sufriendo continuas evaluaciones y oposiciones, para acceder a una profesión vital para la ciudadanía, en la cruel realidad, de que un estibador portuario, gana más que un neurocirujano, si me perdonan la incorrección política.

En España, el número de facultades de Medicina en pocos años ha pasado de 28 a 42. Estas cifras sitúan a nuestro país, como el segundo del mundo por número de facultades, solo por detrás de Corea del Sur, y alejado de las cifras recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este organismo estima adecuada una proporción de 0,5 facultades por cada millón de habitantes, mientras que en España asciende hasta 0,95. Las cifras anteriormente citadas, nos podrían hacer pensar que la abundancia de médicos bien formados, en nuestro país, podrían cubrir ampliamente todas las necesidades sanitarias. Sin embargo, la triste realidad es que cuando vamos al Centro de Salud, en cada vez más casos, nos atienden profesionales de otros países. Vamos a ver: si soportamos con nuestros impuestos, las facultades de medicina, los hospitales clínicos y otros con la finalidad de disponer en caso de enfermedad, de profesionales españoles de calidad contrastada y si dedicamos a ello, más recursos que los países de nuestro entorno, ¿nos están timando?. Todos conocemos de cerca, médicos que emigran a otros países europeos. Los motivos son evidentes, el sueldo es significativamente superior y sobre todo el trato humano del sistema y de sus pacientes es gratificante. Podemos echarnos las manos a la cabeza, pero allí se les respeta y aquí no. No crean que sólo son profesionales jóvenes. Conozco casos en los que emigran, hasta faltándoles un par de años para la jubilación. ¿Y que opinan del asunto nuestros dirigentes sanitarios?. Una alta responsable del SAS, achacó el fenómeno, a lo baratos que son los billetes de Ryanair y a que todo el mundo, habla inglés.

Que Dios, nos coja confesados: el Coronavirus en puertas y esa eminencia al frente.

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